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viernes, 13 de septiembre de 2024

Paulo Fabio Máximo, Lugo todavía lo recuerda

 



Cualquier romano suspiraba por conquistar territorios bárbaros para ganar gloria y, sobre todo, encender la envidia de sus paisanos. Al fin y al cabo, la máxima recompensa en la sociedad romana era conseguir que el Senado te aprobase un triunfo por las calles de Roma. Pero tal premio no se conseguía sometiendo bárbaros con buenas palabras, sino batallando, saqueando y esclavizando pueblos enteros. Tareas a las que los romanos de buena familia siempre se apuntaban con dedicación digna de elogio. Pero el problema era que luego había que asegurar el control de los territorios conquistados, organizar su administración, finanzas e integración de los indígenas sobrevivientes en la civilización. Esta tarea ya no era tan atractiva para el romano medio y siempre hacía falta gente como nuestro Fabio.

viernes, 24 de mayo de 2024

Diomedes; el hombre al que temieron los dioses

 

Atenea aconseja a Diomedes poco antes de que entre en la batalla. Schlossbrücke, Berlín

Diomedes, hijo de Tideo y Deípile, hijos de Eneo y Peribea y de Adrasto y Egialea, hijos de Partaón y Éurite y de… ¿A qué viene este rollo genealógico digno del Señor de los Anillos o de Juego de Tronos? A que en toda su larga ascendencia conocida no hay un solo dios, ni uno. Ninguna antepasada suya fue forzada, raptada, engañada o violada durante el sueño por alguna divinidad clásica, sus formas habituales de relacionarse con toda mortal de buen ver que se les ponía a tiro para orgullo de sus descendientes. Diomedes era un hombre y nunca pretendió ser otra cosa, algo que lo convierte en una rara avis dentro de la mitología griega y en un caso único en todo el ciclo de la guerra de Troya. Y no solo eso, es también el único hombre que se enfrentó cara a cara con nada menos que tres de los dioses principales del panteón clásico, incluido el propio Ares (Marte para los romanos), dios de la guerra, y derrotó a dos de ellos sin paliativos. Después de enviar a este último a lloriquear a los brazos de su mamá ningún dios volvió a cruzarse en su camino durante aquella contienda.

lunes, 6 de mayo de 2024

Félix, el hermanísimo

 

 

 Si tu hermano es el secretario del emperador y maneja los hilos de la administración, está claro que te puede colocar en puestos donde llevar una buena vida, sin rendir cuentas a nadie, por muy travieso que te comportes en tu trato con el mundo. Félix, liberto imperial del emperador Claudio y hermanísimo de otro liberto más famoso, aprovechó la ocasión y acabó hasta saliendo en la Biblia.


lunes, 8 de enero de 2024

Lucio Sicio Dentato; el mejor soldado de Roma... gracias al cual tenemos derecho romano. Los peligros de ser un héroe III

 Todos los pueblos tienen sus héroes, verdaderos, inventados o, más frecuentemente, adaptados a sus necesidades. Los tenían los griegos, los tenían los romanos y los tenemos nosotros. Eso no significa que todos sean iguales, es más, la elección de sus héroes refleja, como pocas cosas, las características de una cultura. Los héroes griegos nacen de la mitología, hijos de su amplísimo panteón de dioses. Los nuestros también proceden de la mitología, en este caso de Hollywood, que los produce en serie, los crea, los destruye o los transforma según el mensaje que nos quiere trasmitir en cada momento. Los héroes romanos, por el contrario, siempre eran, o pretendían ser, verídicos, personas de carne y hueso. De los héroes griegos de Troya, solo uno no era hijo de un dios, Diomedes, el único mortal que venció en combate a los inmortales, y según los propios romanos después de la guerra emigró a Italia y fue uno de sus ancestros. Pero los héroes de Roma tenían algo más en común: en líneas generales acababan muy mal. Porque el sentido práctico y realista de los romanos les impedía ignorar lo evidente; pocas cosas hay más peligrosas en esta vida que ser un héroe. Ya lo dijo Mafalda: un mártir es un héroe sin suerte. Lucio Sicio Dentato, el mayor guerrero, el mejor soldado de la historia de Roma, fue uno de esos héroes.

Su cognomen “dentato”, al parecer se debe a que nació ya con dientes (o a que tenía una dentadura como el teclado de un piano, que también podría ser, los romanos tenían muy mala baba para eso de los apodos). Vino al mundo en el año 514 a.C., en el seno de una familia plebeya sin miembros de importancia, por lo cual tuvo que buscarse desde muy joven el futuro en el ejército, un oficio para el que nunca falta trabajo, y menos en Roma. La época no podía ser más convulsa, poco después de su nacimiento los romanos derrocaron al último de sus reyes, Tarquino el Soberbio (es de suponer que si hubiera ganado hubiera sido recordado como el justiciero o algo por el estilo) e inaugurado la República, con sus cónsules, tribunos y demás. Tarquinio, lógicamente, no se tomó muy a bien eso de que lo derrocaran y con la ayuda de sus parientes etruscos intentó reiteradamente recuperar el trono. Y como ya se sabe que a río revuelto ganancia de pescadores, los vecinos de Roma, tan depredadores como ella misma, aprovecharon para lanzarse sobre su territorio. Por otro lado, la desaparición de la monarquía volvió a dejar al descubierto las graves diferencias entre patricios y plebeyos que, prácticamente, solo se ponían de acuerdo para luchar. Quizás por eso Roma viviría en pie de guerra de forma casi permanente, como única forma de evitar que sus conflictos políticos y sociales la destruyeran. Eso ha sucedido con más de un imperio.

jueves, 31 de agosto de 2023

Euno y la primera gran rebelión de esclavos I. Libertad y muerte

 

Tumba de un esclavo romano. Aún conserva el pesado collar y la cadena  que debió cargar en vida

Cuando hablamos de Roma y de las rebeliones de esclavos todos pensamos en Espartaco o, mejor dicho, en Kirk Douglas interpretando a Espartaco en la película de Stanley Kubrick, pero, de hecho, y aunque sea el que haya acaparado la atención, Espartaco no fue el líder de la primera gran rebelión de esclavos, sino más bien de la última. Ese lugar le corresponde a Euno, un esclavo sirio en Sicilia que protagonizó la Primera Guerra Servil. Espartaco dirigió la tercera.

Estamos en el segundo cuarto del siglo II a.C. y Roma ha conquistado Italia, derrotado a los cartagineses y se ha convertido en la primera potencia del Mediterráneo. La vieja república de campesinos-soldados, duros como el pedernal, está desapareciendo a marchas forzadas, fagocitada por el imperio que ella misma ha creado, un fenómeno que se repetirá varias veces en la historia. Los inmensos territorios capturados, despojados a sus antiguos dueños ahora muertos o esclavizados, no han sido repartidos de forma equitativa, sino que han pasado a manos de una pequeña élite de mega-ricos que gracias a ellos se enriquecerán aún más. Los convertirán en inmensos latifundios destinados a proveer de trigo a la nueva urbe imperial, en rapidísima expansión gracias a la llegada masiva de esclavos, de emigrantes y, sobre todo, de antiguos campesinos que lo han perdido todo. Las pequeñas propiedades tradicionales, cuyos dueños deben permanecer largos años de servicio militar en el extranjero, muriendo y matando por la República, no pueden competir con los inmensos latifundios esclavistas, cuyos propietarios, además, controlan el senado, y con él los mercados y los contratos de suministro a la ciudad.

viernes, 31 de marzo de 2023

Alejandro, el profeta de la serpiente

 



Siempre ha habido pícaros que han vivido de los dos grandes motores de la humanidad: la esperanza y la estupidez. Tipos que mediante engaños y tácticas de manipulación han vivido de la ignorancia y anhelos de otros. Algunos hasta caen simpáticos, por poner de manifiesto los errores de su tiempo o demostrar las carencias de tipos supuestamente honorables y poderosos. Ustedes juzgarán, tras leer este artículo, a que clase pertenece Alejandro de Abonutico, que se declaró profeta de un dios y muchos se lo creyeron.

domingo, 19 de febrero de 2023

Domicio Afer; el abogado sin escrúpulos


Abogado sin escrúpulos, sí, ya lo sé, parece una redundancia, pero no es de eso de lo que trata este artículo, sino de saber hablar… y saber callarse.

En el primer siglo de nuestra era el arte de la oratoria, una de las disciplinas más valoradas en las desaparecidas democracias de Grecia y Roma, había entrado en franca decadencia. Desde que Sila, César y Octavio demostraran que la forma más eficaz de ganar una acalorada discusión en el senado no era el sonido de un hermoso y bien fundado discurso, sino el chirrido de las espadas de los legionarios al salir de sus vainas, la oratoria política había quedado reducida a un recargado ejercicio de adulación, en el que se imponía aquel que fuera capaz de hilar la mayor serie de hiperbólicas alabanzas a quien estuviera en el poder.

jueves, 8 de septiembre de 2022

Asinio Galo, el mesías equivocado

 



 Todo el mundo conoce al personaje principal de “La Vida de Brian”, la genial película de los Monty Python. Es un tipo normal al que confunden con Jesucristo desde el día que nace y que continuamente sufrirá que le llamen el Mesías, lo que atraerá sobre su persona un sinfín de desgracias bíblicas.

 Pero pocos saben que hubo un romano que pasó por una confusión parecida.

lunes, 11 de julio de 2022

Damascio; el último filósofo (del Mundo Clásico)

 

La Escuela de Atenas según Rafael

Seamos sinceros, Damascio, a quien dedicamos este artículo, no fue un gran filosofo. Solo conocemos de él la biografía que escribió de su maestro Isidoro y unos comentarios, más o menos interesantes, sobre algunas obras de Platón y Aristóteles. Su propio discípulo Simplicio lo describe en su Comentario a la física como “Un hombre apasionado por la investigación, que había realizado numerosos trabajos filosóficos agotadores”. El que parte de su obra haya llegado hasta nosotros se debe únicamente a la gran influencia del neoplatonismo en la escolástica cristiana medieval.

lunes, 6 de junio de 2022

Fila, una mujer entre lobos

 


Entre los sucesores de Alejandro Magno, que se repartieron su imperio a dentelladas lobunas, destacan bravucones crueles, nobles orgullosos y astutos oficiales; todos dispuestos a matar por ser el sucesor del Magno, aunque fuese a pequeña escala. Pero, entre tanto lobo, se movió una mujer entre las sombras que alcanzó el respeto de todos por su buen juicio y fue mencionada por varios historiadores, un detalle con el sexo femenino nada usual entre los griegos. Además, fue la primera mujer griega nombrada reina (Basilisa) de forma oficial. 

 Sin embargo, acabó eligiendo una mala pareja con la que bailar en unos tiempos tan movidos.

Se llamaba Fila o File, como se quiera traducir del griego, que es lengua tan ambigua en significados como en pronunciación.

 

martes, 3 de mayo de 2022

Quinto Labieno; el Traidor

Aunque la publicidad de las obras de Shakespeare ha hecho que en nuestro acervo cultural actual Quintiliano aparezca como el traidor número uno a Roma, en la mente de los romanos, o al menos de los romanos de la época imperial, no era así. Ese puesto lo ocupaba alguien que actuó sin dudas ni complejos, y que jamás se arrepintió del camino que había tomado: Quintus Labienus. Para el romano medio simplemente: El Traidor.

Aureo emitido por Quinto Labieno con su retrato en un lado y un caballo parto sin jinete en el otro

viernes, 4 de marzo de 2022

Leonidas de Rodas, el campeón

 


En la antigüedad, las ciudades griegas se odiaban entre ellas con una pasión digna de elogio. Tenían una larga tradición de guerras vecinales por cualquier tontería, porque el motivo era lo de menos; lo importante era el sentido de competición y lucha, el agon, que impregnaba toda la sociedad helena. Es normal que ese espíritu competitivo entre las ciudades tuviera también una variante religiosa, menos violenta y más deportiva. Así que en Grecia había una buena cantidad de eventos religiosos con competiciones incorporadas, donde las ciudades podían seguir celebrando sus rivalidades. Su mejor expresión eran los juegos en honor a Zeus, el dios supremo, celebradas en su santuario de Olimpia. Los atletas venidos de todo el mundo heleno podían alcanzar fama inmortal en su estadio si lograban la victoria, su nombre nunca sería olvidado y su ciudad los honraría durante toda su vida.

 Y luego estaba Leónidas de Rodas, que los eclipsó a todos.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Decimo Junio Bruto... y gallego

 


 

 A la hora de explorar y conquistar territorios desconocidos, usando vagas excusas, nadie mejor en la Historia que un gobernador romano. A uno de ellos el Senado le pidió que persiguiera a unos “ladrones” y aprovechó la ocasión para abrirse paso con su ejército hasta el fin del mundo conocido, cruzar el mítico río del Olvido y someter a pueblos bárbaros “de largas cabelleras”.

Contemos su historia.

martes, 4 de mayo de 2021

Jantipo; el maestro de Aníbal


Una de las citas bélicas más famosas, y la más conocida del general e historiador ateniense Tucídides, es esta: «La guerra no es una cuestión de armas, sino de dinero; porque sin dinero para mantenerlos, de nada sirven los soldados, ni las armas». Líbrenos Zeus de tratar de enmendar la plana al reconocido como padre de la historia, pero la verdad es que las cosas no siempre son así; es más, en muchos casos sucede justo lo contrario. Y pocos ejemplos hay tan claros como las guerras, sobre todo la primera, entre Roma y Cartago. Al iniciarse las hostilidades era evidente que, sin ser Roma una ciudad “pobre”, la riqueza de su rival era muy superior, pero logró compensar con creces esta desventaja gracias a poseer algo de lo que la ciudad africana carecía: abundancia de duros y aguerridos soldados.

Porque aunque al hablar de Cartago a todos nos viene a la cabeza la imagen de los Barça, empezando por el rostro curtido, tuerto y cubierto de cicatrices del más ilustre miembro de esta familia; Aníbal, lo cierto es que a los acomodados ciudadanos de Cartago no les gustaba mucho eso de guerrear. Entendámonos, no es que se tratara de una sociedad pacífica precisamente, al contrario, se había extendido por todo el Mediterráneo Central y Occidental empleando, cuando lo consideraban necesario, la más brutal de las violencias. Lo que no les gustaba era sufrir las incomodidades de la guerra y, en especial, jugarse en ella el pellejo. Así que preferían subcontratar esta desagradable tarea en otros, y nutrían las filas de sus ejércitos con mercenarios.

lunes, 8 de marzo de 2021

Amanirenas, la temible Candace

 



 A finales del siglo I a.C, en un templo de un remoto reino africano, una cabeza del emperador Augusto fue enterrada bajo el umbral de la entrada, para que fuera pisada por los visitantes cada vez que entraran en el recinto sagrado. Así se vengó una reina de los orgullosos romanos.

miércoles, 6 de enero de 2021

Balbo; la mano que mueve los hilos



Las páginas de la historia que conocemos están acaparadas por grandes personajes, algunos de los cuales ocupan tan inminente lugar por méritos propios y otros, bastantes más, por interés de aquellos que la cuentan. La gran mayoría porque ya en vida se esforzaron en destacar, en lograr la fama, en “ser recordados”.

Pero junto a ellos hay otros, antes y ahora, que buscaron y buscan justo lo contrario: no ser percibidos, permanecer en la sombra, mover los hilos sin que nadie repare en sus manejos. Hasta el punto de que, muchas veces, si sabemos algo, poco en general, sobre su existencia es gracias a que en algún momento sus enemigos trataron de arrancarles es manto de invisibilidad con el que se protegían. Entre esos personajes oscuros uno que siempre ha llamado mi atención es Lucio Cornelio Balbo “El Mayor”. 

Balbo vivió uno de los momentos más cruciales de la historia: el paso de la República al Imperio en Roma, que es lo mismo que decir el fin de los sistemas “democráticos” o “predemocráticos” que hasta entonces habían dominado la cuenca del Mediterráneo, el área donde nació la Civilización Occidental, y su sustitución por regímenes autoritarios de tipo monárquico, que se mantendrían en el poder durante casi dos mil años. Y desempeñó en ese proceso un papel tan crucial como poco reconocido. 

Para presentar al personaje, basta decir que estamos hablando del primer extranjero que consiguió la ciudadanía romana no solo para él, sino para toda su familia, y el primer no nacido romano en alcanzar el puesto de cónsul. Un verdadero hito y un escándalo en su época. 

Fue consejero y hombre de confianza primero de Pompeyo y luego de César, mullidor reconocido del Primer Triunvirato, y el hombre que apoyó a Octavio Augusto tras la muerte de César, cuando nadie creía que sobreviviría tan siquiera unos días a su mentor, financiándolo y pergeñando la complicada red de alianzas, incluido el Segundo Triunvirato (todos los grandes personajes de la política romana estaban endeudados hasta el cuello, la gran mayoría con él), que le permitirían escalar hasta la cima del poder absoluto. 

viernes, 10 de julio de 2020

Licinio Segundo, el adulado




  El romano, sin cargos políticos, que más inscripciones nos ha dejado para la posteridad no es un influyente patricio de la capital, o un rico terrateniente de provincias, ni un pontífice de gran influencia, al contrario, es el simple liberto de un amigo de Trajano. Un liberto al que todo el mundo le hacía la pelota y  erigía estatuas en la Hispania Citerior de comienzos del siglo II.  

martes, 17 de marzo de 2020

Tacfarinas; de derrota en derrota hasta, casi, la victoria final


Cuando hablamos de los grandes rebeldes contra Roma todos pensamos en Espartaco, Arminio o Viriato, pero pocos se acuerdan de Tacfarinas, el modestos auxiliar bereber de las legiones que llegó a amenazar no solo la presencia Romana en África, sino la propia supervivencia de la urbe al interrumpir el suministro de grano, provocando la hambruna entre la plebe. Tan peligroso llegó a ser para el imperio, y tan difícil de atrapar, que nada menos que tres generales desfilaron por las calles de Roma asegurando haberlo derrotado, honor que le fue negado al único que realmente lo venció.

jueves, 6 de febrero de 2020

Menandro, el rey yavana



 Hace unos 2200 años hubo reyes griegos dominando extraños lugares de Asia Central y la lejana India. Puede sonar raro, pero es que Alejandro Magno había instalado allí a sus antepasados doscientos años antes, para ser ciudadanos de las muchas Alejandrías que fundaba en su expedición sin destino, como quien siembra lentejas por el campo y luego las abandona.
 Muchas de esas ciudades y sus habitantes desaparecieron bajo la arena del desierto o las raíces retorcidas de los bosques de Asia, otras llegaron a ser capitales de reinos exóticos, que fueron habitados por gentes que los indios llamaron yavanas (griegos) y origen de leyendas que tuvieron tanta fama que llegaron a oídos de sus alejados paisanos de Grecia, y de ahí a los romanos. Una de esas leyendas fue Menandro I, al que los indios llamaron Melinda, el rey de los yavanas.

viernes, 13 de septiembre de 2019

Hiparquia, la cínica





El resumen más amplio que ha sobrevivido sobre la filosofía griega, escrita por un griego antiguo, es “Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres” de Diógenes Laercio. Una obra enciclopédica, en diez libros, que habla sobre las vidas y opiniones de todos los filósofos griegos conocidos. En ella, el detallista Diógenes biografía a 80 hombres… y una sola mujer, Hiparquía.