Siempre ha habido pícaros que han
vivido de los dos grandes motores de la humanidad: la esperanza y la estupidez.
Tipos que mediante engaños y tácticas de manipulación han vivido de la
ignorancia y anhelos de otros. Algunos hasta caen simpáticos, por poner de
manifiesto los errores de su tiempo o demostrar las carencias de tipos
supuestamente honorables y poderosos. Ustedes juzgarán, tras leer este
artículo, a que clase pertenece Alejandro de Abonutico, que se declaró profeta
de un dios y muchos se lo creyeron.