miércoles, 14 de julio de 2021

Pompeya vuelve a la vida


Los viajeros que visitaban las excavaciones de Pompeya en los siglos XVIII y XIX describían con deleite cómo las cuadrillas de trabajadores hacían emerger del suelo edificios de calidad sublime, adornados de frescos, inscripciones y objetos cotidianos. La experiencia de aquellas personas es algo que hoy sólo podemos envidiar. Tras ser desenterrados, la ciudad comienza un inevitable deterioro: los yesos y pinturas se caen, las téseras de los mosaicos se pierden, los muros van perdiendo firmeza hasta que se desploman… Los objetos más valiosos hace tiempo que fueron trasladados para ser estudiados, custodiados y, en el mejor de los casos, expuestos en asépticas vitrinas.

El resultado es que la Pompeya que espera a los visitantes actuales, aunque sigue siendo un enclave espectacular y único, tiene poco de esa grandeza que muchos esperan. Edificios cerrados al interminable y abrasivo flujo de turistas conviven con espacios abiertos a la visita, pero casi desnudos y carentes de contexto. La impresión puede ser decepcionante, como refleja un graffitti moderno de los baños del centro de visitantes: “Si hubiera querido ver ruinas, me hubiera ido a Kabul”.

La experiencia descarnada que ofrece hoy en día Pompeya inspiró a los profesores Alex Butterworth y Ray Laurence a escribir “Pompeya, la ciudad vida”, una obra divulgativa que pretende condensar la documentación disponible para reconstruir una panorámica amplia de la vida en aquella ciudad romana.