miércoles, 13 de noviembre de 2019

El no misterio de la no desaparición de la Legio Nona en Britania. Desmontando Mitos III



Inscripción funeraria del signifer de la Legio IX Lucio Ducio Rufino.
La Legión VIIII (o IX), fue creada por Julio César para su campaña de la Galia, y allí se cubrió de gloria después de resistir, bajo el mando de Quinto Tulio Cicerón, el hermano del famoso Marco Tulio, el asedio de los nervios y eburones en su campamento de Namur. También logró entrar en la historia por ser la primera legión romana en rebelarse y exigir condiciones a sus superiores, marcando así el camino al control de los soldados sobre el imperio. 

En la guerra civil luchó junto a César en todos los frentes y, tras ser licenciada al acabar la misma, fue reconstruida por Augusto para su campaña contra los cesaricidas, siendo probable que luchara en Filipos. Posteriormente fue empleada para combatir a Sexto Pompeyo en Sicilia y luego enviada a los Balcanes, donde recibió el apelativo de Macedónica. Luchó en Actium durante la guerra entre Marco Antonio y Augusto, y bajo el mando de este último participó en las Guerras Cántabras, donde se ganó su definitivo apodo de Hispánica. Siempre en primera línea, al acabar esta campaña fue destinada al Rin y luego a luchar contra la revuelta en Panonia. Durante el reinado de Tiberio fue, una vez más, trasladada, en este caso a África, donde ayudó a sofocar la rebelión de Tacfarinas. 

En el año 43 participó en la invasión de Britania. Combatió la rebelión de la reina Boudica, sufriendo fuertes pérdidas, ya que sabemos que tras la misma tuvo que ser reforzada con casi dos mil legionarios. Pese a ello su actuación debió ser relativamente exitosa, ya que su comandante, Quinto Petilio Cerealis, continuo con su carrera y en el año 78 volvió a dirigir a la Novena en el norte de Inglaterra contra los Brigantes, que fueron aplastados. Su última actividad registrada en la isla fue en el 108, cuando construyó una fortaleza en York.
El último certificado definitivo de la Novena una inscripción de piedra en York con fecha 108, en exhibición en el Museo de Yorkshire. Foto York Museums Trust  CC BY-SA 4.0

En 1732 el anticuario británico John Horsley, que estudió la historia de las diferentes legiones que habían luchado en Inglaterra, no encontró más datos de la Nona a partir de ese punto, una carencia lógica después de tantos siglos y que no se da solo en el caso que nos ocupa, sino en bastantes otros. Los ingleses, sin embargo, en plena construcción de su propio imperio y carentes de ninguna gran victoria que lucir ante los romanos, al contrario que sus rivales españoles y franceses, decidieron convertir esta desaparición documental en una desaparición física, imaginando una pretendida batalla en Escocia en la que toda la unidad fue aniquilada, aunque nunca se ha encontrado el menor indicio que respalde semejante teoría. 

Pese a ello, la idea se impuso de inmediato entre los historiadores ingleses, deseosos de encontrar nuevas glorias para su nación, y tomó carta definitiva de naturaleza de la mano del historiador y político alemán Theodore Mommsen, nobel de literatura en 1902 por su magna obra Historia de Roma, en la que afirmó que los Brigantes, la misma tribu aplastada por la Novena en el 78, lanzó un ataque contra York cuarenta años después que aniquiló la legión, lo que motivó que en el 122 el emperador Adriano decidiera construir su muro. No aportaba ningún dato o prueba de tal cosa, pero nadie lo consideró necesario. Mommsen era alemán y ya se sabe que los alemanes nunca se equivocan, nunca mienten y nunca falsean nada. 

Lápida de Flavio Fuscin y Flavius ​​Roman. Ambleside 
A esta singular historia solo le faltaba para arraigar definitivamente en el imaginario popular una novela que la recogiese, y esta llegó de la mano de Rosemary Sutcliff y El Águila de la Novena Legión. De su nivel histórico da idea el que, por ejemplo, afirme cosas tales como que la Novena se llamaba Hispánica por estar formada por hispanos, lo cual daba a la imaginaria victoria británica un valor doble, al haber derrotado no solo a los romanos, sino también a los españoles. Es como decir que, en Roma, cuando a alguien le llamaban Germánico es porque era alemán. Pese a ello la obra sigue reeditándose, vendiéndose, recomendándose y, recientemente, ha sido llevada de nuevo al cine. 

En la década de los noventa del siglo pasado se realizaron excavaciones arqueológicas en en Noviomagus Batavorum , actual Nijmegen, en Holanda. En ellas aparecieron diversos artículos, que incluían sellos de baldosas y una medalla militar, datados entre el 104-120 d.C. y que llevan la notación ' LEG HISP IX '.

La primera reacción de los historiadores ingleses fue poner en duda primero la autenticidad y luego la datación de los hallazgos, pero esta fue confirmada por el hecho de que los nombres de los oficiales asignados a la novena no pudieron ocupar ese cargo antes del 122, como es el caso de Lucius Amelius Carus, gobernador de Arabia en el 142/143. 
Objeto de bronce de Ewijk en los Países Bajos. Menciona la Novena Legión y data aproximadamente de 125. Crédito Jona Lendering  Commons.
Ante la evidencia, la idea de la desaparición de la Novena en Britania ha sido definitivamente descartada por cualquier historiador serio, salvo por una minoría de historiadores ingleses muy nacionalistas, que tratan de explicar que lo que se desplazó a Holanda fue solo una sección de la mencionada legión, pese a no aportar más pruebas de ello que las que ya aportaron de su aniquilación por los Brigantes: ninguna. 

Curiosamente, el único lugar en el que esta teoría sigue siendo aceptada es en España, donde ya se sabe que el máximo sueño de la mayoría de sus académicos es poder incluir en su cuirrículum haber sido invitados por una universidad anglosajona, aunque sea a barrer los pasillos. 

¿Qué pudo haber sucedido con la Novena? No existen datos, solo se sabe que en una inscripción de la época de Marco Aurelio en la que se reseñaban todas las legiones en activo no figura la Novena. Esto significa que, o bien fue aniquilada en alguna de las guerras que se produjeron entre su estancia en Nijmegen y esa fecha, o fue disuelta, quizás por amotinamiento, una de las más viejas tradiciones de la unidad. 

En cualquier caso, lo único demostrado es que no pereció en ninguna fantasiosa batalla en Britania.