Entre los sucesores de Alejandro Magno, que se repartieron su imperio a dentelladas lobunas, destacan bravucones crueles, nobles orgullosos y astutos oficiales; todos dispuestos a matar por ser el sucesor del Magno, aunque fuese a pequeña escala. Pero, entre tanto lobo, se movió una mujer entre las sombras que alcanzó el respeto de todos por su buen juicio y fue mencionada por varios historiadores, un detalle con el sexo femenino nada usual entre los griegos. Además, fue la primera mujer griega nombrada reina (Basilisa) de forma oficial.
Sin embargo, acabó eligiendo una mala pareja con la que
bailar en unos tiempos tan movidos.
Se llamaba Fila o File, como se
quiera traducir del griego, que es lengua tan ambigua en significados como en
pronunciación.