En la antigüedad, las ciudades
griegas se odiaban entre ellas con una pasión digna de elogio. Tenían una larga
tradición de guerras vecinales por cualquier tontería, porque el motivo era lo de menos; lo importante era el sentido de competición y lucha, el agon, que impregnaba toda la sociedad helena.
Es normal que ese espíritu competitivo entre las ciudades tuviera también una
variante religiosa, menos violenta y más deportiva. Así que en Grecia había una
buena cantidad de eventos religiosos con competiciones incorporadas, donde las
ciudades podían seguir celebrando sus rivalidades. Su mejor expresión eran los
juegos en honor a Zeus, el dios supremo, celebradas en su santuario de Olimpia.
Los atletas venidos de todo el mundo heleno podían alcanzar fama inmortal en su
estadio si lograban la victoria, su nombre nunca sería olvidado y su ciudad los
honraría durante toda su vida.
Y luego estaba Leónidas de Rodas, que los
eclipsó a todos.
Es el año 152 a.C. y estamos frente al templo
de Zeus en Olimpia, en una mañana cálida de principios de agosto. Un heladónica
(juez) pone una corona de olivo sobre la cabeza de un treintañero de cara ajada
y músculos fibrosos. Se llama Leónidas, es un atleta vencedor en las tres
carreras de las Olimpiadas de ese año, por lo tanto, es un triastes. Un título conseguido por pocos.
Pero Leónidas se ajusta la corona como quien
ya tiene costumbre de llevarla y sonríe con suficiencia, mientras saluda a la gente
congregada ante el templo. Para él es la cuarta vez que consigue el triplete.
Todos aplauden a rabiar porque saben que nunca sus ojos verán nada igual, ni lo
hará el mundo durante dos milenios. Contemplan al mayor atleta de la historia
siendo coronado por su duodécima y última victoria.
El Diadúmeno de Policleto, el atleta más cool |
Nada más sabemos de Leónidas, excepto las citas cortas de algunos autores griegos. Su ciudad de origen, Rodas, era una isla de tamaño medio para los griegos, que nunca faltaba a la hora de enviar atletas para las Olimpiadas; como los Diágoras, una familia de boxeadores, padre y tres hijos, en la que todos fueron campeones olímpicos y cuyas estatuas habían recibido el honor de adornar el recinto sagrado de Olimpia.
Rodas tuvo también algunos ganadores de
carreras, orgullo de su ciudad, pero en el siglo II a.c. consiguió lo que
llevaba siglos esperando: el supercampeón, a Leónidas.
Sabemos que su hazaña fue insólita e
inolvidable: vencer 12 veces en las Olimpiadas. Marca que tuvo que esperar 2168
años para ser superada por el nadador Michael Phelps. Aunque en atletismo sigue
siendo inalcanzable.
Hay que remarcar que vencer en los juegos de
Olimpia, fundados en 776 a.C., para los griegos no era una victoria en unos
juegos cualquiera. El certamen de Olimpia se convirtió en una ocasión estupenda de desahogar
la pasión de competir entre las polis helenas, a la vez que honrar a sus dioses
y, curiosamente, permitió el acercamiento y una sombra de unidad entre ellos,
puesto que equivalían a una asamblea general del pueblo griego. Era uno de los
pocos momentos en que se sentían un pueblo, aunque fuera solo en el plano
religioso, y solo cada cuatro años durante cinco días de finales de julio y
principios de agosto. Pero eran tan importantes que los griegos databan su
calendario por el número de Olimpiadas y no había ciudad, por villorrio que
fuese, que no mandase algún atleta a competir.
Olimpia en sus buenos tiempos |
Había otras competiciones, otros juegos en honor de otros dioses, pero Olimpia era “la competición”, el agon por encima de todos, donde lo único que importaba era vencer, ya que solo había premios para los campeones. Así que Leónidas tuvo que competir con decenas de rivales en cada Olimpiada.
Leónidas compitió en cuatro seguidas,
las de los años 164 a.C., 160 a.C., 156 a.C. y 152 a.C., y en cada una de ellas
ganó las tres carreras de atletismo que se celebraban en el estadio: el estadio
mismo, el diaulos y el hoplitódromos.
Nadie lo hizo antes ni lo haría después. Su
hazaña es única en los más de 1000 años de olimpiadas antiguas. Porque las tres
carreras no eran nada fáciles y se corrían en solo dos días.
Estadio de Olimpia sin turistas |
El Estadio (Stadion) era la carrera más corta y tomaba el nombre del lugar donde se celebraban las competiciones. Es decir, consistía en correr todo el estadio, cuya medida era de alrededor de 200 metros, que, en teoría, eran 600 veces la longitud del pie de Hércules; algo que parece que resultaba difícil de calcular, porque los griegos no se aclaraban sobre el tamaño de la suela del héroe, que variaba en cada lugar donde se celebraban juegos.
Atletas currando por la gloria olímpica |
También sabemos por Pausanias que no era solo llegar los atletas, saludar y correr el Estadio. Había, igual que hoy, carreras de clasificación para llegar a la final, que corrían solo 17 atletas. Pausanias habla de dos carreras de clasificación antes de la final de Olimpia.
El Diaulos, por su parte, no era más
que doblar la distancia del Estadio. Los atletas tenían que dar la vuelta al
llegar al final del estadio y volver al punto de partida para completar unos
400-380 metros. No sabemos si también había carreras de clasificación para
llegar a la carrera final, pero es probable.
El estadio, como el Diaulos, eran las dos
pruebas más antiguas de las competiciones de Olimpia y las más aclamadas.
Solían correrlas los mismos atletas, aunque parece que podía haber
especializados en cada carrera, pues según Filostrato: “Los atletas para el diaulos deben ser más
robustos que los corredores de estadio.”
Luego estaba el hoplitódromos, que
era un mundo aparte. Se trataba de una carrera de resistencia, porque, en lugar
de correr desnudos, como era la norma en las otras pruebas, en tiempos de
Leónidas tenían que llevar puesto casco y escudo, como si fueran corriendo al
combate. El casco y el escudo de un hoplita griego no eran precisamente
ligeros, así que el esfuerzo debía de ser grande. La distancia en Olimpia era
de dos estadios (un diaulos), aunque hay referencias de carreras de más
estadios en otros juegos. Por ejemplo, en Platea, había que correr hasta 15 puñeteros
estadios y, según nos cuenta Filostrato tenía una
norma muy peculiar:
“…esta
carrera hoplítica de Platea contaba con una normativa especial para sus
participantes: el que era coronado vencedor una vez en esta prueba, cuando quería
volver a participar tenía que estar muy seguro de la condición física de su
cuerpo, ya que si era derrotado… se le
ejecutaba.”
Me imagino que en Platea lo de intentar el
doblete no era muy habitual.
Atletas corriendo el hoplitódromos con escudos fashion |
El Hoplitódromo era una carrera bastante “moderna”, pues apareció por primera vez en las Olimpiadas de 520 a.C., y se consideraba muy especializada. Solía tener sus atletas propios, que no corrían el estadio ni el diaulos. Esto explica que a lo largo de los cientos de años de historia de las Olimpiadas muchos atletas ganasen el estadio y también el diaulos varias olimpiadas seguidas, pero solo 6 atletas ganaron las tres carreras juntas en una sola olimpiada y ninguno lo repetiría en la siguiente… hasta que llegó Leónidas y ganó las tres carreras durante cuatro olimpiadas seguidas.
Fue tal la conmoción que causó su
hazaña en el mundo deportivo heleno que, según Filóstrato:
“Ya no distinguimos entre corredores armados, entre los que están en el
estadio y los que están en el diaulos, desde que Leónidas de Rodas ganó en
cuatro Juegos Olímpicos seguidos, en esta triple competencia.”
Leónidas cambió por completo los esquemas sobre
el entrenamiento de los atletas. Un
velocista también podía ser un corredor de resistencia. Desde su hazaña, muchos
lo intentarán y será más habitual ver a corredores en las tres carreras, pero
ninguno se acercará en victorias a Leónidas. Es que son cuatro Olimpiadas
seguidas, vencedor en doce carreras finales… puede que ni siquiera lo intentase
alguien.
Templo de Zeus en Olimpia, una segunda casa para Leónidas |
La fortaleza física y la capacidad de recuperación de Leónidas deben ser un caso especial en el mundo del deporte. Las carreras se corrían el segundo y tercer día de los cinco que duraban los juegos. Así que estamos hablando de alguien que corría en dos días las tres finales, más la carrera de clasificación del Estadio y, probablemente, las de clasificación del Diaulos y del Hoplitódromos. Todo bajo el sol de agosto griego.
Es difícil de planear, pero se podía preparar
a conciencia para lograrlo en una Olimpiada, si tienes talento y condiciones,
como sabemos hicieron otros seis atletas excepcionales. Pero mantener la
concentración y el esfuerzo para conseguirlo durante cuatro Olimpiadas
sucesivas es tarea de un titán disciplinado y terco.
La entrada de atletas al estadio de Olimpia |
Si alguna vez hubo un verdadero hijo de Zeus sobre la Tierra, es probable que fuera Leónidas de Rodas. El atleta que en la línea de salida, cuando oía al heladónica gritar ¡Apite! (Partid), volaba hasta la meta impulsado por una fuerza realmente olímpica.
Sobre otros olímpicos en este blog:
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar