lunes, 12 de diciembre de 2022

Mevia, la mujer que cazaba jabalíes en el Coliseo con una teta al aire

Alfonso Mañas

2.055 palabras, 12 minutos de lectura  


A finales de octubre el nombre de Mevia se puso de actualidad debido a que una docuserie de un conocido canal de historia le dedicó un episodio completo. Sin embargo, la información que daban no tenía nada que ver con la verdad histórica (decían que era una gladiadora, y una ciudadana que libremente había elegido esa profesión), por lo que esta entrada servirá para conocer a la Mevia real.


A Mevia la cita Juvenal, en las líneas 22-23 de su Sátira 1 (escrita hacia el año 100). Le dedica solo ocho palabras:

“Mevia Tuscum / figat aprum et nuda teneat venabula mamma”

(Mevia al etrusco jabalí atraviesa con lanzas llevando una teta al aire)

Esa es la única referencia que hay en las fuentes a Mevia, solo Juvenal habla de ella, y no dice nada más. Aunque pueda parecernos poco, en realidad es mucho, muchísimo, pues los autores de la época no solían escribir sobre los espectáculos de la arena, y cuando lo hacían casi nunca mencionaban los nombres de sus protagonistas (gladiadores y cazadores de fieras). En total, los autores de la época solo nombran a poco más de una docena, y entre esos nombres la única mujer es Mevia.

Teniendo todo eso en cuenta entendemos la importancia de la mención a Mevia: debía de ser una estrella realmente impresionante, de lejos la mejor venatrix (cazadora de fieras) de su tiempo, para que Juvenal la citase por su nombre, especialmente Juvenal, que se distinguía por su misoginia (en sus sátiras critica con dureza a las mujeres, especialmente en la sátira 6).

Pero además, si analizamos el fragmento, veremos que también es importante porque nos dice muchísimo en esas ocho palabras, nos permite conocer bastante de Mevia, de la Mevia histórica, que como veremos no tiene nada que ver con la del episodio.

Mevia, un nombre común

Lo primero que encontramos en el fragmento es el nombre, Mevia, que era muy común entre las mujeres de toda clase (está documentado tanto con mujeres de clase alta como con libertas y esclavas), por lo que no aporta ninguna pista sobre la clase social de Mevia. Lo único que nos indica es que no era un apodo, un sobrenombre, cuya adopción estaba muy generalizada entre gladiadores y venatores.


Foto 2. Lápida de una liberta llamada Mevia, siglo I, hallada en Stabiae (AE 2002, 00314).


No era una gladiadora, sino una venatrix

Lo segundo que dice el texto es que Mevia cazaba animales, por lo que NO ERA UNA GLADIADORA (como dicen en el episodio), sino una venatrix (una mujer que cazaba animales en la arena, venatrix significa literalmente “cazadora”, de venatio = cacería). Ya he advertido muchas veces sobre el error tradicional de confundir gladiadores con venatores (quienes luchaban contra animales). No eran lo mismo. Confundir un gladiador con un venator es como confundir un boxeador con un torero: el primero lucha contra otro hombre, el segundo contra un animal.

Probablemente era esclava o de clase baja

Lo tercero que dice el fragmento es que Mevia lleva un pecho al aire, lo que indica varias cosas, entre ellas que probablemente era de clase baja, posiblemente una esclava, contradiciendo lo afirmado en el episodio, que dice que Mevia era una “ciudadana libre” (los esclavos no eran ciudadanos en Roma). Respecto a esto, en primer lugar habría que matizar que la ciudadanía de las mujeres romanas era una ciudadanía ‘de segunda clase’ (comparada con la ciudadanía de los hombres, pues ellas no podían votar ni disfrutar de muchos otros derechos, mientras que los hombres sí), por lo que la ‘libertad’ de las ciudadanas romanas era ciertamente pequeña (de hecho, la mujer romana estaba sometida siempre a la autoridad de un varón: padre, esposo, o hijo si era viuda). En segundo lugar, centrándonos en la mención de la mama desnuda, esto sugiere que Mevia no era una ciudadana, sino muy probablemente una esclava, en cualquier caso una mujer de clase baja, pues una mujer de clase alta (una ciudadana, una mujer respetable, de buena familia) jamás habría aparecido en público con un pecho al aire: su pudor y su decoro no se lo habrían permitido, ni tampoco su padre (o su esposo si ya estaba casada) le habría permitido aparecer así en medio de la arena, ante los ojos de todo el pueblo de Roma (sus conocidos, familiares y amigos).

La desnudez pública era para los romanos una humillación, ningún hombre de bien aparecía desnudo en público (ni siquiera de cintura para arriba) y mucho menos una mujer. Los gladiadores sí luchaban así porque eran infames, la categoría social más baja, por debajo de los esclavos, por lo que se les imponía esa humillación pública de la desnudez, para mostrar a todos su degradación como individuos.

Por tanto, si Mevia aparecía en la arena con una teta al aire (como dice Juvenal, y en efecto luchaban así, pues hay varios relieves y mosaicos que muestran a las mujeres que luchaban contra animales en la arena así, con uno o ambos pechos al aire) probablemente era esclava, o si no lo era sería una mujer pobre, obligada por las circunstancias a realizar ese trabajo denigrante (porque implicaba desnudez) y extremo (porque se jugaba la vida) a cambio de unas monedas con las que poder vivir.

Pero aparte del hecho de ir medio desnuda, el propio oficio de Mevia, venatrix, ya indica que sería de clase baja: como hemos dicho, los individuos de clase alta no se dedicaban a los oficios de la arena, sino que estos los desempeñaban mayoritariamente esclavos y libertos, que necesitando dinero aceptaban la mancha moral de la infamia que entrañaba ejercer esos oficios. Junto a eso, matar jabalíes no es una habilidad que se adquiera de la noche a la mañana, una mujer de la época no pasaba automáticamente de vivir conforme a los roles de mujer aceptados entonces (los cuales no incluían la caza, una práctica exclusivamente masculina) y en unas condiciones de seguridad aceptables (las propias de un hogar romano de la época) a convertirse en una cazadora de jabalíes en la arena, adoptando unos valores totalmente opuestos y jugándose la vida en cada actuación. Eso sugiere de nuevo que Mevia no habría sido una ciudadana, o una mujer que hubiese pertenecido a una familia típica, sino más bien la hija de un venator o de otra persona relacionada con el mundo de la arena, o que se habría criado en una escuela de gladiadores y/o venatores, y por ello desde joven le habrían enseñado ese oficio de cazar fieras en la arena (bastante complejo técnicamente, y que exigía también unas condiciones físicas altas, que no podían adquirirse de un día para otro, sino que eran el resultado de años de entrenamiento, como la actitud psicológica para afrontar un combate con una fiera).

Una mujer capaz de cazar fieras era un bien cotizado en el mundo de la arena, por escaso, de manera que es plausible que alguien de ese mundo (probablemente un venator, que tenía los conocimientos y los medios) hubiese enseñado esa habilidad a una niña (su hija, o una niña comprada o adoptada con ese propósito), con el objetivo de ganar dinero con ello cuando fuese adulta. Comprar un esclavo y enseñarle una habilidad, para enriquecerse con él, era una práctica habitual en la época.
 
Foto 3. Caza del jabalí en el campo, mosaico romano, siglo IV.


Técnica de caza del jabalí

Finalmente, otra cosa que podemos deducir del fragmento es la manera en que Mevia mataba al jabalí: el texto menciona el venabulum (en plural, venabula), el arma de caza típica de los romanos. El venabulum era una lanza adaptada para la caza, la conocemos muy bien porque aparece representada con detalle en multitud de fuentes visuales (e.g. foto superior). Como muestran esas fuentes, el venabulum no se lanzaba (lógicamente) sino que el venator lo sostenía con fuerza con ambas manos, esperando el choque del animal que cargaba contra él (ya fuese jabalí, toro, oso, león… la técnica servía para cualquier animal cuyo instinto le llevaba a abalanzarse contra su agresor). La idea era que el animal se ensartase en la lanza, y para que la acción tuviese éxito, el asta del venabulum era gruesa, para no romperse ante la embestida del animal, y la punta de la lanza tenía en su base una barra transversal, para evitar que la lanza se hundiese más allá de ese punto, manteniendo así la distancia de seguridad entre el animal y el venator (si la lanza se hundiese más, o el asta se partiera, el animal podría alcanzar al venator, y matarlo, pese a estar herido).

Teniendo todo eso en cuenta, es evidente que Mevia debió de ser una mujer de un físico impresionante, de gran fuerza (pues hay que ser muy fuerte para aguantar la carga de un jabalí cuando choca contra la lanza, y para que esta no se escape de las manos), muy valiente (para aguantar en el sitio frente a un animal furioso que carga contra uno), y hábil en su arte de matar bestias.

Puesta en escena

Mevia probablemente iría acompañada de perros, los asistentes típicos en la caza del jabalí (foto superior), pues la venatio se escenificaba con todos los elementos de una cacería real, para llevar a los urbanitas de Roma (la urbe por excelencia, un millón y medio de habitantes en el año 100) el sabor genuino de esa actividad rural y campestre.

Pero junto a esa imagen de realidad se incluían también elementos espectaculares, pues la venatio del anfiteatro era en primer lugar, como todo lo que se ofrecía en la arena, un espectáculo (spectaculum, “algo digno de ser mirado”, de spectare = mirar). El primero de esos elementos espectaculares era la misma Mevia, pues las mujeres no cazaban en Roma, por lo que una mujer cazando jabalíes ya era en sí mismo algo digno de ver. El segundo elemento espectacular era que fuese con un pecho al aire, pues las mujeres romanas no iban así en público. La razón de aparecer así era doble: por un lado era un atractivo erótico para los espectadores (mayoritariamente hombres, pues en el Coliseo las mujeres solo podían sentarse en la zona más alta, las demás gradas estaban reservadas a los hombres) y por otro lado evocaba el aspecto de las amazonas (que eran imaginadas por los romanos con uno o ambos pechos al aire, como muestran varias fuentes visuales y escritas) [e.g. Foto 1].

Conclusión: diosa de la arena

Así, cuando Mevia saltaba a la arena, lanza en ristre y con un pecho al aire, caminando resuelta hacia un jabalí furioso, los espectadores de la grada quedarían fascinados, creyendo ver a una auténtica amazona, y cuando esta se alzaba vencedora, con su rival derribado a sus pies, las gradas estallarían en una ovación, todos impresionados ante esa mujer que obraba tales proezas, propias de un hombre. Creerían estar viendo a una diosa.

Como dice Marcial, lo que solo habían oído por los mitos, la arena se lo mostraba.

“Quidquid fama canit, praestat harena tibi ”

Eso era un spectaculum, eso era alcanzar la gloria en la arena, y eso explica la fama de Mevia, que fue tan grande que hasta Juvenal la citó por su nombre, haciéndola inmortal, llevando su nombre hasta hoy… y su moda de ir con una teta al aire.


Sobre el autor

alfonsomanas1@hotmail.com
Miembro del grupo de investigación CTS-545 (área de Historia del Deporte) de la Universidad de Granada


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Para saber más sobre las cacerías de animales en la arena, el papel de las mujeres en ellas, y sobre otras mujeres que lograron la fama luchando en la arena, ver las páginas 135 y siguientes de Gladiadores: el gran espectáculo de Roma (edición 2018).

Sobre las venationes y las mujeres en la arena, ver también el documental Escuela de gladiadores’, de Arqueomanía (minuto 8:26 y 21:07).

Sobre el papel de las mujeres en los espectáculos, especialmente en la parte griega del imperio, ver los libros de Fernando García Romero, el mayor experto mundial en deporte en la antigua Grecia:

- El deporte en la Grecia antigua (2019, Síntesis)

- Los juegos olímpicos y el deporte en Grecia (1992, Ausa)




 

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