miércoles, 28 de septiembre de 2016

Un mito muy vivo (o no-muerto)

Por Israel M. Sánchez

Esqueleto de Sozopol, con la boca destrozada
En el año 2012 se presentaron en el Museo Nacional de Historia de Bulgaria, en Sofía, unos esqueletos medievales excavados cerca de Sozopol y que habían sido tratados como retornantes. Descansan boca arriba con una estaca metálica atravesando su cuerpo para fijarlos al suelo y evitar su regreso, tal y como hacían los habitantes neolíticos de Chipre 6.000 años atrás usando rocas. Aún en nuestros tiempos de tecnología y razón, algo se revuelve al mirar a estos esqueletos, algo que está muy profundo y que provoca un escalofrío de inquietud y respeto. Los guardias de seguridad del Museo de Historia Nacional búlgaro aparentemente no estaban muy contentos con la nueva exposición.

El mito en sí es universal, y tiene como origen el miedo a la muerte. Sin embargo, tanto los factores materiales de la necrofobia tal y como han sido recuperados en el registro arqueológico y a través de la tradición, como la forma de entender y combatir a los muertos vivientes en Europa, parecen haber sido poco mutables a pesar de haber pasado por el crisol de variadas culturas y religiones y de haber sido exportados a América y a otras partes del mundo.

Los muertos activos a los que temían los griegos antiguos no parecen ser muy diferentes en naturaleza y acciones de los revenants medievales o de los upiros o vrykolakas modernos (de forma contraria a lo que pensaba Augustin Calmet, que veía a los vampiros como un fenómeno de su época), en lo que es sin duda una oscura transmisión cultural casi inmutable.

Ahora, en nuestro moderno mundo occidental los no-muertos vuelven a formar parte del día a día casi como no lo habían hecho desde hace siglo y medio, transformados, aunque poco, por el tiempo. Los vemos a plena luz del día convertidos en objetos de culto del cine, del cómic y la literatura, en series, libros y películas, basculando desde el goticismo sangriento y sexual nacido de Bram Stoker hasta la psicología materialista auto-devoradora creada por George A. Romero.

Parece que han vuelto, pero es que en realidad nunca se fueron. A nuestra manera seguimos rindiendo el culto que se merecen y nos seguimos defendiendo de ellos, no con fuego o estacas sino relegándolos al ámbito de lo imaginado. Los hemos clavado a las páginas de los libros y a las pantallas de cine como antes los sujetábamos al sagrado suelo con estacas o con losas de piedra. Desde allí sus fríos dedos no nos alcanzan y su mordisco hediondo no nos hiere, pero seguimos manteniendo en nuestras vidas el escalofrío que nos producen.

Aún así, los silenciosos cuerpos cubiertos de los esqueletos de Kamarina o los tremendos esqueletos estacados de Bulgaria nos recuerdan todavía un legado de generaciones que nos sigue mostrando lo indefensos que estamos ante la muerte. Nos recuerdan también por qué seguimos temiendo a la noche.




BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
  • Aracil, M. G. 2009. Vampiros, Mito y Realidad de los No Muertos. Edaf. 185 pp.
  • Calmet, A. 1751. Tratado sobre los Vampiros. Edición 2009 en lengua española, Ed. Reino de Goneril (basada en la edición francesa de 1751 de Debure el Mayor). 300 pp.
  • Sulosky Weaver, C. 2015. Walking Dead and Vengeful Spirits. Popular Archaeology, Vol 19, summer 2015.
  • Summers, M. 1928. The Vampire in Europe. Republished 1968, University Books Inc., New York. 329 pp.Summers, M. 1929. The Vampire, its Kith and Kin. E. P. Dutton and Co., New York. 420 pp.

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