lunes, 28 de diciembre de 2015

Estos romanos suenan a chino


Por David P. Sandoval

Jackie Chan. John Cusak. Adrien Brody. No es broma. Tenemos a tres famosos actores que firman por, posiblemente, una de las peores películas de romanos (sí, de romanos) de la historia. Porque "La espada del Dragón" es, aunque parezca increíble, una película de romanos. En China.

No esperen ver historicidad. Los combates son coreografías chinas al estilo bollywood de pegar saltos, patadas, sablazos y poner caras agónicas y sorpresivas. Jackie Chan mantiene el tipo (no en vano, es tan atlético como Buster Keaton y tiene su plasticidad cómica, aunque envejecido) y levanta en gran medida la horrorosamente larga historia. John Cusak es menos divertido. Adrien Brody… mejor verle.

Lo curioso es el tratamiento de los "romanos". Imaginen que toman "Ben Hur" como referente historiográfico y lo tamizan por las tradiciones chinas. Algo así logrará explicar lo que llevan y cómo lo llevan.
Folclórico atuendo romano-chapa
 Las tácticas romanas son muy divertidas. Sorprende ver cómo se levantan de un polvoriento suelo desértico varios soldados imperiales (creo) con sus escudos rectangulares, cual fantasmas de una dimensión alternativa. El "donde fueres…" logra convertir los combates en la coreografía más bizarra que uno pueda imaginar.

Desde luego, uno creería que podría ver algo así como un grupo de romanos que, tras Carrae, el desastre de Craso (el tipo rico aquel del triunvirato con Pompeyo y César…) acaban en la frontera china. Y lo curioso es que este episodio inspira la película. Pero no más que el "Rey Escorpión" lo está en aquellas proto-dinastías egipcias.

Al final, lo que queda es un batiburrillo de luchas con Jackie Chan saltando por los aires, una fotografía robada de "300" y un John Cusak que cae tan simpático como un lunes por la mañana en el metro de camino al trabajo. El malo malísimo, Adrien Brody, cruza océanos de arena y tiempo para cobrarse una venganza con el consejo de un senador de barba bien recortada que pudiera ser el primo segundo de Cicerón o incluso Séneca, vaya usted a saber.

Es impagable la secuencia de apertura y cierre donde la tecnología reconstruye las ruinas de la ciudad de Regum, que suponemos tenía estatus de colonia. Ese aparato sí que le gustaría a más de un arqueólogo, a pesar de su querencia por las muñequeras de cuero, los escudos de hierro y las armaduras de fantasía.

Ah, y no es broma, no… la película tiene un mensaje de paz… así que, ideal para las navidades.

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