Me uno al saludo

 Hay muchas maneras de clasificar a la gente. Se puede decir que tantas como personas que han tenido la molestia de hacerlas. A mí me gusta una clasificación en especial, que es sencilla, elemental; quizá hasta les parezca absurda, pero que suele dar buenos resultados. Es la que enunció Jardiel Poncela, agudo escritor, y que declara que hay solo dos clases de personas: los que roncan y los que sueñan.

 Antes de que pregunten, les digo ya que soy roncador de primera, de los que tienen que dormir encogido en el sofá del salón para no perder a su pareja y están condenados a despertares de boca áspera y voz cavernosa. Por las mañanas podría ganarme la vida como voz en off de monstruos infantiles. Y a veces me pregunto el porqué no lo hago, pues seguro que ganaba un pastón.

 Pero no divago más. Hace cinco años, gracias a las maravillas de esta época de las comunicaciones, conocí a un par de soñadores con gustos parecidos a los míos por la Antigüedad. Bajo la batuta de uno de ellos, convertido en director de una revista digital, fui empujado a soñar entre ronquido y ronquido, hasta que los tres acabamos montando una de las revistas digitales de divulgación histórica más leídas en lengua castellana. Seguro que la conocen, es Stilus.

 Como roncador que soy, me encontraba más que satisfecho con Stilus, pero, pasados los años, los otros dos soñadores, inquietos y revoltosos por instinto, me han empujado del sofá hacia este nuevo proyecto, que puede ser inicio de otros de alcance desconocido por mí, porque todavía sueño poco, pero que confío que no serán nimiedades y me permitan seguir soñando un poquito más en medio de mis sonatas guturales.

 En fin, espero que con el paso del tiempo disfruten de este blog que iniciamos con toda ilusión, que se deleiten con nuestros aportes y que entre todos les ayudemos a soñar más y a roncar menos. 

 No hay presentación más bella que la corta. Así que corto y cierro.