martes, 2 de agosto de 2016

Un mundo poblado de seres vampíricos

"Lamia", pintura de Herbert J. Draper
Por Israel M. Sánchez
 
En la mitología griega, Lamia era la hija del rey Belus y amante secreta de Zeus; descubierta por Hera, que mata a todos sus hijos en represalia, Lamia se venga transformándose en un ser vampírico, una criatura no-muerta que se alimenta de la sangre de los niños pequeños.

Para los romanos las lamiae eran algo ligeramente diferente: seres nocturnos con forma de mujer que atraían a hombres y niños para alimentarse de su carne y de su sangre, y las strigae, horrendas criaturas con forma de ave que bebían la sangre de los niños. No hay que confundir a estas estrigas con los strigoi rumanos de la Edad Moderna, verdaderos cadáveres retornantes, aunque la raíz latina de ambos nombres sea la misma: Strix, la lechuza, un psicopompo relacionado con los seres del inframundo, los reinos infernales, los brujos y la magia negra, representación de poderes y esferas preternaturales.

Ovidio describe a las estrigas como pájaros que por la noche buscan a sus víctimas infantiles:

Carpere dicuntur lactencia viscera rostris
Et plenum poto sanguine gutuur habent
Est illis strigibus nomen
.

Dicen que arrancan las entrañas de los lactantes con el pico,
y que de lo bebido tienen la garganta llena de sangre.
Se les da el nombre de estrigas.

Las mitologías clásicas de la Antigüedad están repletas de entidades espirituales y seres demoníacos de naturaleza vampírica que de una u otra forma se terminaron mezclando en el crisol del cristianismo (como pasó con tantas creencias paganas) para producir al bebedor de sangre moderno. Estos seres no se pueden considerar retornantes (aunque de forma indiscutible influyeran en la creación del mito del vampiro europeo) debido a que su naturaleza era espiritual, aunque pudieran encarnar un cuerpo preternatural, y nunca habían sido seres humanos vivos sino miembros no humanos de los reinos espirituales.

Dentro de este catálogo de bestias vampíricas del inframundo, encontramos a Lamashtu o Gallu de la mitología babilónica, y a seres como Empusa, hija de Écate, una cambiante bebedora de sangre. Al igual que los griegos, antes y después de ellos, muchos pueblos temieron a los no-muertos y crearon su propia versión del mito. A continuación hacemos un recorrido por la Historia en busca de las versiones de un mito presente en civilizaciones de todo el planeta.

En el famoso "Libro de los Muertos" egipcio se puede leer que ‘las almas bajas y malvadas permanecen encadenadas a la tierra’ en estado de no-muertos, en lo que es un ejemplo no griego del factor de ‘predisposición’. Los acadios llamaban a los cadáveres retornantes los rappaganmekabk y los combatían con el fuego, elemento purificador universal.

En China, hace más de 2200 años un sabio describe como un no-muerto bebedor de sangre sembró el terror en las aldeas cercanas a la capital, y en los tiempos de las primeras dinastías los cuerpos sospechosos de poder retornar no eran enterrados hasta que estaban debidamente putrefactos. Ji Xiaolan (1724-1805) explica porqué los muertos pueden levantarse de la tumba convertidos en jiangsi, horribles cadáveres animados de miembros rígidos y habitualmente cubiertos de pelo verdoso, que se alimentan de la esencia vital de los vivos. Los no-muertos orientales obedecen también a los factores de creación ya comentados, que tienen categoría casi universal: las personas malas, los suicidas, los nacidos en mala época o los que no han sido convenientemente enterrados se transforman en retornantes.

El mito de Lilith hunde sus raíces en deidades babilónicas y otros antecedentes anteriores
En la mitología hebrea, cuando Lilith abandona a Adán para convertirse en la reina de los demonios se transforma en una bebedora de sangre que ataca preferentemente a niños pequeños y mujeres. No obstante el origen de este monstruo, también llamado Lilitu (‘monstruo nocturno’ o ‘búho que chilla’), es mucho más antiguo y hace referencia a una familia de criaturas vampíricas de las mitologías babilónica, sumeria, acadia y asiria en las que Lilitu es un monstruo demoníaco del inframundo. En la mitología judaica, las palabras hebreas aluka (sanguijuela) y motetz dam aluden directamente a retornantes bebedores de sangre.

En la India el bhuta es un no-muerto descarnado, el alma de un hombre que murió antes de tiempo, que ronda los cadalsos y áreas de cremación siendo capaz de animar cadáveres durante la noche para atacar a los vivos; asimismo, los vetala son descritos como no-muertos que se esconden cerca de cementerios y lugares de cremación y actúan como ghoules alimentándose de los muertos.

Muñeco tradicional malayo que representa un langsuir
Como vemos, la creencia en el ‘alma descarriada’ que puede animar cuerpos muertos, el suyo u otro, es también universal, lo cual es muy lógico. En Malasia, tal y como describe Sir William Maxwell, el langsuir es el cadáver reanimado de una mujer que murió en el parto o al saber que su bebé había muerto al nacer (véase, de nuevo, el factor 'eventos' en el post que dedicamos a las causas en el origen de un retornante); tiene largas uñas y pelo, absorbe la sangre de los niños a través de un agujero en la parte trasera de su cuello y puede transformarse en búho.

En Filipinas los aswang cambian de forma por la noche transformándose en un animal y atacando a la gente. El mandurugo, una variante de aswang, parece una mujer guapa y atractiva durante el día, y por la noche extrae la sangre de los fetos en las embarazadas usando una lengua hueca como una probóscide, y el manananggal parece también una mujer pero tiene alas de murciélago y bebe la sangre de las durmientes.

En África, los asanbosam y adze toman la forma de una mariposa para atacar a los niños. Augustin Calmet nos habla de ejemplos de revinientes en el Perú español, en concreto de una chica llamada Catalina que murió a los 16 años de una ‘muerte desgraciada y culpable de varios sacrilegios’ (factor ‘eventos’), y que volvió de la muerte para martirizar a sus familiares y provocar lo que ahora llamaríamos poltergeist. La historia de Catalina no es más que la exportación a las colonias americanas de los no-muertos europeos. Como ejemplos adicionales de exportación tenemos informes de Nueva Inglaterra de los siglos XVII - XIX que contienen unas 12 referencias a retornantes y vampiros. Once de los doce casos documentados habían muerto de ‘consunción’ (un nombre popular para la tuberculosis). Y por supuesto tenemos los revenants, upiri, wampyr, vrikolakas, nachzehrer y demás componentes de la extensa familia vampírica europea, con toda probabilidad herederos directos de las creencias en retornantes de la Antigüedad griega, y que son objeto de una extensa bibliografía.

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