Miembro del grupo de investigación CTS-545 (área de Historia del Deporte) de la Universidad de Granada
Últimamente hemos visto en las redes sociales una viñeta humorística que establece una comparación entre los argumentos en defensa de la tauromaquia y un hipotético movimiento de reivindicación de los juegos gladiatorios:
El autor de esta viñeta quizá no se ha percatado de que en efecto las similitudes que señala entre ambos espectáculos se daban en realidad (y no es broma).
- En efecto, los gladiadores eran una tradición de más de 500 años cuando empezaron a declinar.
- Eran miles de familias las que vivían de ese negocio en todo el imperio (gladiadores, lanistas, armeros, artesanos de cerámica, zapateros, médicos, corredores de apuestas, etc.)
- En efecto era un arte (lo llamaban “ars gladiatoria”, como explico en la página 159 de "Gladiadores, el gran espectáculo de Roma")
- Los gladiadores eran considerados infames, humanos de segunda fila, por lo que en efecto las clases altas no creían que pudiesen sentir (y sufrir) igual que ellos, eran meros animales para ellos.
- En efecto, sin los juegos de gladiadores los gladiadores se extinguieron, automáticamente.
- Lo recaudado cada año en impuestos del negocio gladiatorio suponía 30 millones de sestercios en época de Marco Aurelio, es decir, se estima que alrededor del 20-25% del total recaudado en impuestos, una cifra muy considerable para el imperio (ver la página 264 del mencionado libro).
Aparte de esas similitudes mencionadas en la viñeta, los toros y los gladiadores son espectáculos que tienen coincidencias obvias, más allá de que ya los romanos en los anfiteatros toreaban toros a pie con trapos rojos (pág. 365), y también a caballo.
Por ejemplo, la corrida comienza a primeras horas de la tarde (del mismo modo que los combates gladiatorios), ambos espectáculos empezaban con un paseíllo de los protagonistas, estaban ambientados por una banda de música marcando los momentos clave, el público decidía con pañuelos (no con pulgares) sobre el resultado del espectáculo (hoy el público decide el premio que merece el torero mientras que entonces decidía cuál debía ser el destino del perdedor). Esa decisión del público debía ser refrendada por quien presidía el espectáculo (como hoy). Todo esto lo explico en la página 366 de "Gladiadores, el gran espectáculo de Roma").
Pero lo que más interesante me parece de la viñeta es que pone el acento en que las corridas de toros hoy van a acabar del mismo modo que acabaron los combates de gladiadores en su momento, algo que los historiadores del deporte ya advirtieron hace tiempo, y que solo confirma que la historia nunca es pasado, sino que se repite una y otra vez. Es más, está claro que quienes viven de los toros y dirigen ese negocio no saben mucho de historia, pues están repitiendo paso por paso los “errores” que hace 1.550 años llevaron al fin de la gladiatura:
- Los precios del espectáculo ascendieron mucho (una realidad en el mundo de los toros de hoy)
- Al ascender los precios eran menos los espectáculos que se daban
- Al darse menos espectáculos son menos los ciudadanos que ven ese espectáculo, especialmente desde pequeños, por lo que se produce un extrañamiento de la sociedad con respecto a ese espectáculo.
Los puntos 2 y 3 se ven incrementados hoy por un factor que no existía en época romana; la televisión. Hasta hace 20 años las corridas de toros eran un espectáculo habitual en TVE, por lo que todos los españoles de todas las edades podían verlo. Sin embargo, desde mediados de los 90 las corridas (las grandes ferias) solo se ofrecen por canales de pago, por lo que solo un pequeño porcentaje de ciudadanos las ve. El resto de la población jamás las ha visto, lo que aumenta el extrañamiento de un gran sector de ciudadanos con respecto a ese espectáculo. Lo paradójico es que las corridas son emitidas por esos canales de pago por deseo de quienes viven de los toros, para sacar tajada (negándose a que se emitan por abierto)… su propia avaricia está cavando su propia tumba.
Y último, en época romana una nueva ideología (el cristianismo) introdujo en la sociedad una nueva sensibilidad que hizo que el espectáculo gladiatorio fuese visto como inapropiado (aunque no fue el hecho determinante del fin de los gladiadores, que fueron los 3 primeros ya citados). Del mismo modo, hoy una nueva ideología (el ecologismo, los protectores de los animales… no existían hace 50 años, nadie se ponía de parte del toro hace 50 años en España) ha introducido una nueva sensibilidad que encuentra acólitos entre esa cada vez mayor masa de ciudadanos que siente extrañamiento hacia las corridas de toros (pues nunca las han entendido porque nunca las han visto).
Genial! Gracias!
ResponderEliminarOle,ole y ole... Una vez más Alfonso Mañas dando en el clavo. Enhorabuena por tu análisis.
ResponderEliminarEs un lujo leer las entradas de Alfonso. Amenas y rigurosas.
ResponderEliminarEs un interesante análisis, sin duda.
ResponderEliminarA todo lo dicho se puede añadir la disminución del prestigio y de la valoración social de ambos espectáculos -toreros y/o gladiadores-, en que en nuestros dias ha declinado mucho. Y la visión, en ambos casos, de una profesión que ofrecía una oportunidad a las clases sociales inferiores para "salir de pobre", que hoy ni siquiera se tiene en cuenta a pesar de la crisis y los problemas de paro.
Buen punto, Emilio. Me alegra verte por aquí, por cierto.No había vuelto a leerte desde que publicaste un artículo sobre León en Stilus. Un placer. :)
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