Representación de la Navigium Isidis |
La iniciativa empezó a gestarse a raíz del hallazgo de los bronces de Higuer, consistente en varios apliques ornamentales que representan a cuatro divinidades del panteón romano, entre ellas la diosa Isis. Basándose en "El asno de oro", el relato de Apuleyo, todos los veranos se recrea la procesión conocida como Navigium Isidis. Este año, el evento contó con la dirección de Ana Pérez y Mertxe Tranche, que le dieron mayor teatralidad y espectacularidad, sin perder el rigor histórico. En esta pasada edición se incorporó también, la escena en la que Lucio, protagonista del libro de Apuleyo, recobra su forma humana tras haber sido convertido en asno, gracias a la intervención de la diosa.
La pasada edición de los Dies Oiassonis ofreció, además, talleres ligados a la vida cotidiana, la fabricación textil, la producción de vasijas en vidrio soplado, la realización de un reloj de sol o los vinos romanos. O incluso la posibilidad de intervenir en un juego de rol situado en el mundo romano. Por otro lado, las actividades de más éxito en años anteriores, como las luchas de gladiadores, han seguido formando parte del programa.
Detrás de todos estos eventos culturales está el Museo Romano Oiasso, que coordina los esfuerzos por conocer el pasado de la localidad. Las actividades son, en buena medida, una proyección de los planteamientos de esta entidad museística, que dirige Mertxe Urteaga. Hablamos con ella del espíritu divulgador que llevan a cabo desde Irún.
Mertxe Urteaga |
R: Tengo que confesar que durante años me he sentido un bicho raro cuando, acompañada de otros colegas arqueólogos, visitábamos museos de nuestra especialidad, y a la segunda sala atiborrada de piezas y de información, me entraban unas ganas terribles de salir corriendo. Tantos bifaces y hachas pulimentadas, lascas de sílex, o colecciones interminables de cerámica, me aburrían soberanamente. Hasta que descubrí que había otros tipos de museos arqueológicos donde se presentaban los datos y los objetos de forma amena y pedagógica. Y eso es lo que planteamos hacer en el museo Oiasso: presentar al público las colecciones de manera que se emocione y disfrute con la visita.
P: Háblenos sobre los fondos del museo. ¿Qué es lo que espera a los visitantes? ¿Cómo está organizada la exposición? ¿Cuáles son las piezas más emblemáticas?
R: Todo lo que se expone se ha descubierto en Oiasso y los contenidos se organizan en tres unidades temáticas. La primera presenta el mundo indígena que se encontraron los romanos; la segunda, la vida urbana en Oiasso, y la tercera lo relativo a las instalaciones de su extraordinario puerto comercial y pesquero. Las piezas emblemáticas no son grandes mosaicos, ni estatuas de mármol; al contrario, son pequeños objetos de cuero, madera, cuerda y semillas que normalmente desaparecen del registro arqueológico. En Oiasso se han conservado gracias a que quedaron enterrados en el barro de las marismas, en un ambiente saturado de agua y sin oxígeno.
P: El museo es la parte visible de las excavaciones que se han realizado en las últimas décadas en la ciudad de Irún. ¿Qué nos han permitido saber sobre la antigua ciudad romana estas excavaciones? ¿Cuál era su posición en el engranaje del Imperio?
R: Desde el descubrimiento de las ruinas de Oiasso, a finales de los sesenta del siglo pasado, se ha ido ampliando paulatinamente el número de registros arqueológicos hasta obtener la imagen de una aglomeración urbana de tamaño medio (entre 10 y 12 hectáreas), de plano regular, con una necrópolis de urnas de cremación en el extrarradio, importantes instalaciones portuarias con embarcaderos, varaderos y muelles, un complejo de baños públicos, almacenes (horrea), además de un extenso distrito minero en el entorno, restos de cimentaciones de un puente sobre el Bidasoa y otras evidencias de interés. Pertenecía al convento jurídico cesaraugustano de la provincia de Hispania citerior. Recientemente hemos planteado que el Vasconum saltus nombrado por Plinio se situaba entre Oiasso y las estribaciones del Pirineo, si es que no se trataba de la misma Oiasso, de sus minas o del paso estratégico sobre el Bidasoa, frontera con Aquitania.
P: Existen otros espacios musealizados en las cercanías en los que conocer algo más del pasado romano de Irún?
R: Sí, integrado en el Museo Romano de Oiasso contamos con el museo de sitio de la necrópolis de la ermita de Santa Elena, en el mismo casco urbano de Irún, y fuera del término de esta ciudad, las minas de Arditurri, en Oiartzun. Se abrieron al público en el año 2008 y conservan importantes evidencias de minería romana a las que se puede acceder en visitas guiadas.
P: El museo no sólo es un lugar de exposición de piezas, sino que ha desarrollado un amplio programa de actividades culturales para acercar la cultura romana a la sociedad. ¿Cuáles son las principales líneas de actuación a la hora de diseñar estas actividades?
R: Lo que pretendemos es que el museo sea un foco de actividad cultural ligada al pasado romano. Roma, como referencia histórica, resulta una realidad poliédrica y proteica, con facetas muy diversas lo que nos permite plantear acciones variadas. Lo hacemos desde la innovación y el rigor, de modo que resulten acciones atractivas con una carga informativa verificada y contrastada. En este contexto se encuadran el Festival Internacional de Cine Arqueológico del Bidasoa, las Jornadas de Reconstrucción Histórica Dies Oiassonis, los cursos de formación, talleres, viajes especializados, conferencias, conciertos…
P: ¿Qué implicación tienen los actuales habitantes de Irún en el conocimiento y reivindicación de su patrimonio arqueológico? ¿Es suficientemente conocido y apreciado?
R: Comparando con el punto de partida, la situación actual es altamente gratificante. Cuando descubrimos los primeros testimonios del puerto romano, en 1992, las excavaciones se hicieron en un ambiente de escepticismo e indiferencia generalizados o, incluso, de rechazo. Por eso, aún cuando teníamos entre manos un descubrimiento que hubiera sido muy bien acogido en foros académicos, optamos por trabajar en ambientes populares, porque entendimos que sin respaldo social, nuestro proyecto no tendría recorrido suficiente. Hay que tener en cuenta que la historiografía tradicional ha explicado la identidad vasca desde la resistencia a la presencia y colonización romana.
La prueba de que la apuesta salió bien y de que el patrimonio arqueológico de Irún es suficientemente apreciado es la misma existencia del Museo Romano Oiasso.
P: El País Vasco no es especialmente conocido por sus yacimientos romanos, pero en los últimos años ha habido un auge de estudios de este periodo. ¿Qué ruta propondría a los aficionados a la cultura romana que quieran visitar Euskadi en las próximas fechas?
R: Las minas de Arditurri, en Oiartzun, resultan especialmente elocuentes por todo el misterio que rodea a los importantes trabajos de excavación subterráneos, la oscuridad, la estética de las cúpulas de torrefacción, el ruido del agua circulando por el acueducto subterráneo todavía en funcionamiento…
La necrópolis de Santa Elena, aquí en Irún, es otro conjunto relevante tanto por los testimonios como por su integración museográfica en el edificio de la ermita. Para todos los interesados en el mundo romano resulta una visita complementaria a la del Museo Oiasso. Sin salir de Guipúzcoa hay otros dos focos de interés, Zarautz y Getaria.
En el entorno, destacaría la torre de Urkullu en un paisaje de media montaña, dominando el paso de Ibañeta a San Jean-Pied-de-Port. Se trata de un trofeo de espectacular arquitectura. Además, en las inmediaciones, se conservan los restos de la vía romana ab Asturica Burdigalam, y en la vertiente septentrional se pueden visitar los restos del campamento romano de San Jean-le-Vieux. Bayona tiene también un recinto fortificado tardío impresionante.
En Vizcaya, el yacimiento de Forua; en Álava el de Iruña-Veleia; en Navarra, Andelos (Mendigorria), Lumbier, Santa Cara…
P: ¿Qué planes tiene para el futuro el Museo de Oiasso?
R: La cubrición de las termas. Las termas se descubrieron en el solar trasero colindante al edificio del museo y se excavaron en su integridad. El proyecto, además de cubrir los restos arqueológicos de las termas y de integrarlos en el programa general, ha sumado la posibilidad de crear un nuevo espacio público. Ha sido diseñado por el arquitecto Roberto Ferreira que ha diseñado una cubierta acristalada que se adapta en planta y en altura a las condiciones del solar anexo, resultando una especie de teja curva transparente y de grandes dimensiones. Resuelve satisfactoriamente las necesidades de cubrición de los restos arqueológicos y añade otros valores destacados, entre los que señalamos la plazoleta de acceso.
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