Las legiones requerían un avituallamiento regular de pertrechos y provisiones para poder obtener el éxito en el campo de batalla. Por ese motivo, la logística fue siempre un asunto esencial en la práctica de la guerra. Los abastecimientos necesarios podían ser obtenidos de varias formas: suministro directo desde Roma o compra directa a las comunidades del entorno, por mantenimiento a cargo de los aliados, por saqueo o, en ciertos casos, de lo que los propios ejércitos podían recabar en su entorno. En el número 11 de Stilus, el historiados Pau Valdés Matías nos habla de los pros y desventajas de cada uno de estos métodos.
Por norma general, un ejército buscaba contar con la mayor cantidad posible de fuentes de las que aprovisionarse. Era una máxima estratégica básica, pues la dependencia de una sola fuente de recursos era una debilidad y la convertía en un objetivo para el enemigo. De este modo, los britanos atrajeron a las tropas de César quemando todas las zonas donde se puede abastecer, excepto una, con el fin de tenderles una emboscada (Guerra de las Galias, IV, 32, 4-5).
Lo normal era que un ejército emplease todos los medios que fuesen accesibles a la vez. Así, en caso de fallar uno, podía contar con la seguridad de seguir aprovisionándose. Una máxima que quedó muy bien reflejada durante la Segunda Guerra Macedónica cuando el cónsul Sulpicio hizo a sus soldados saquear los territorios del enemigo para obtener trigo, con el que alimentar a sus soldados mientras estos cargaban con raciones para diez días. De este modo, privaba de recursos al enemigo y no gastaba los suyos propios mientras su ejército avanza.
El hecho de asegurar el mantenimiento de las legiones no era obstáculo para que, tras el conflicto, Roma exigiera al vencido que se hiciera cargo de una parte de los gastos de la guerra. Esto era una herramienta que les permitía obtener una gran cantidad de recursos para el mantenimiento del ejército. De este modo, el castigo para el vencido constituía, al mismo tiempo, un ahorro para el erario. Tenemos numerosas referencias, como la exigencias de túnicas, capotes, trigo y la paga de los soldados a los ilergetes al ser vencidos en el 205 a. C. o los suministros que debe entregar Antíoco III al firmar la Paz de Apamea (Tito Livio, XXXVIII, 13, 8-11).
El autor del artículo sobre logística, que se publica en Stilus 11, es Pau Valdés Matías, licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona. En la actualidad se encuentra realizando la tesis doctoral “Guerra, crisis de subsistencia i gestió de la pau a l’antiguitat: les necessitats logístiques de l’exèrcit romà i el seu impacte sobre la población entre els anys 264 i 188 a. C.”, bajo la dirección del Dr. Jaume Noguera Guillén y el Dr. Toni Ñaco del Hoyo. Ha participado en diversos congresos internacionales (2011 Conference of Army Historians: Armies in Persistent Conflict; The 6th International Fields of Conflict Conference o 7th Fields of Conflict Conference 2012). También cuenta con publicaciones en revistas como Revista de Historiografía o Studia Historica. Historia Antigua.
Muchas gracias. Me alegro de que te interesen estos temas. Estamos preparando más. Y acabando la revista sobre las Guerras Cántabras, que saldrá en las próximas semanas.
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