En abril del 2019 la empresa de juegos Paradox, famosa por
sus juegos de estrategia y simulación, lanzó un juego que publicitaron como uno
de sus mejores productos hasta la fecha. Un juego de gran estrategia en la
Antigüedad, el “Imperator: Rome”.
Llevaban meses
calentando al personal con avances y bonitos vídeos sobre las posibilidades de
su nueva obra. La expectación era máxima entre la enorme comunidad de
seguidores de esta empresa sueca; líder
en este género de entretenimientos digitales y con fama de crear juegos de
temática histórica complejos, inteligentes, bellos, detallistas, pero a la vez
divertidos.
Sin embargo, a los
pocos días de su lanzamiento, ya era uno de sus mayores fracasos, porque
intentaron llevar a su máxima expresión la filosofía de sacar un esqueleto al
que luego añadirle la mayoría del contenido vendiendo expansiones a plazos… y
se pasaron tres pueblos.
Al principio, promete ser muy detallado |
El Imperator resultó un juego vacío, bonito de ver y muy malo de jugar, apenas un esqueleto, un andamio, que presagiaba infinidad de añadidos de pago para completarse a costa de los sufridos jugadores, los cuales se vieron engañados y estallaron en las redes. Hubo una crítica masiva y total. El juego fue vapuleado, despreciado y Paradox machacado en todo medio. Desde aquella, se pasaron dos años añadiendo gratis lo que faltaba al juego, excepto dos pequeñas expansiones de pago, que no son necesarias para disfrutarlo. Se agradece que no lo olvidaran en un cajón e intentarán arreglar su mala política de lanzamiento.
Con un bello mapa del Mediterráneo |
Sin embargo, en el mes de abril de 2021 anunciaron que el equipo que llevaba el proyecto se deshacía y pasaba a otras tareas, aunque seguirían dando soporte al juego en el futuro. Esto, en lenguaje diplomático de videojuegos, significa que se acabó lo que se daba. Ya no se continuará en su mejora y expansiones. Al final, no pudo quitarse la fama de juego maldito.
Cuestión de gustos.
El juego ya está marcado socialmente con la etiqueta de fracaso, pero no es
malo en general, ya tiene mucho contenido y si te gusta la Antigüedad lo puedes
disfrutar.
Una legión disfrutando de la campiña italiana |
Por desgracia no es una joya como sus parientes Crusader Kings y Europa Universalis. Es un intento de juntar ambos en un solo juego, que, como muchas mezclas, ha quedado diluido en un producto sin sabor. Ni es un juego de dinastías familiares ni tampoco un juego de gobiernos estatales. Es una cosa intermedia, ni fu ni fa, que no engancha lo mismo y confunde bastante.
Hispania... un poco agitada |
Parece una dinastía del Crusader Kings, pero la vista engaña |
Los diferentes reinos y pueblos están diferenciados, al menos los principales, y tienen su propio árbol de misiones a seguir, que no es algo obligatorio pero si recomendable. Hay comercio, construcción, gestión de población, culto religioso, tecnologías, objetos sagrados, y hasta la posibilidad de diseñar y construir maravillas. Pero realmente muchas cosa no parecen influir mucho en el juego y están como adorno, si quieres las usas o si no las miras avanzar. La mayoría solo aumenta o disminuye ciertos porcentajes.
Árbol de tecnologías, esta parte no está nada mal. |
En el plano militar puedes construir ejércitos profesionales (legiones), que tendrán su propio currículo y condecoraciones, o levas de ciudadanos, que son más baratas y simples. Pero la variedad de unidades militares es escasa y muy general. La inmersión es nula cuando ves reyes macedonios dirigiendo legiones.
Dos ejércitos ganándose el pan |
La diplomacia está más currada, con muchas variantes a escoger, ya que es un apartado que Paradox siempre ha mimado en sus juegos.
Pueden surgir eventos divertidos |
Quizá es que, a
veces, el término medio entre dos opciones no es una buena elección, por mucho
que lo diga Aristóteles.
Os dejamos con el vídeo de una partida:
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