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Ulises, el necromante (mydelineatedlife.blogspot.com) |
En el mundo helenístico existían tres categorías de óbitos que comportaban la posibilidad de que el tránsito al Mas Allá se viese interrumpido y, por tanto, que el alma quedase prendida en el mundo terreno. Estos muertos eran los aoroi, que habían muerto de forma prematura o antes de casarse; los biaiothanatoi, que habían encontrado una muerte violenta (aquí se incluían los soldados muertos en batalla y los suicidas); y los ataphoi, que no habían recibido ritos funerarios adecuados o directamente no habían sido enterrados.
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No todos los muertos cruzaban la Laguna Estigia. |
En otras ocasiones, como en la historia de la novia de Anfípolis contada por Phleon de Trales, la no-muerta Filinio adquiere tintes de íncubo, visitando cada noche con su cuerpo físico a su amante vivo Macates, huésped de su familia, hasta que al ser descubierta deja de aparecerse no sin antes amenazar a sus propios allegados. No parece que en esta historia, de la que hay varias versiones, Filinio hiciera daño ni a su familia ni a Macates, pero quizá sólo era cuestión de tiempo que los atacara o dañara de alguna forma. Esta historia y la de la Novia de Corinto (protagonizada por una empusa, un ser vampírico que no puede llamarse retornante con propiedad) fueron muy usadas por los autores románticos del siglo XIX como arquetipos de la mujer-vampiro que busca corromper a los hombres y atraerlos a la perdición física y espiritual.
El alma errante que flotaba sobre su antiguo cuerpo podía volver a reanimarlo de otra forma diferente, una forma a la que los antiguos griegos daban bastante importancia: la necromancia. Un vivo, generalmente un brujo, podía invocar al alma errante y hacerla volver a su cuerpo para cumplir sus propios fines. Ésta es la invocación, citada por Augustin Calmet, de una maga de Lucano:
Tali tua membra sepulchro
talibus exuram Stygio cum carmine sylvis
ut nullos cantata magos exaudiat umbra.*
ut nullos cantata magos exaudiat umbra.*
*Destruiré con el fuego tus miembros en el sepulcro
y en los bosques, a pesar de los sortilegios estigios,
para que la sombra no escuche los cánticos de ningún mago.
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Las libaciones de Ulises, de Johannes Stradanus |
A los muertos se les invocaba también a través del uso de unas tabletas llamadas katadesmoi, hechizos escritos en delgadas hojas de plomo generalmente con forma de hoja o lengua, que se depositaban en las tumbas en el curso de ceremonias nocturnas clandestinas. Los hechizos de los katadesmoi eran mensajes a las deidades del inframundo infernal, de los que se esperaba que, una vez leídos los mensajes, usaran las almas de los muertos para conceder los deseos de los vivos. Como sirvientes de algún brujo, los muertos podían usarse para dañar a las personas que fueran mencionadas en el katadesmos. Hasta el momento, 11 katadesmoi han sido excavados en Kamarina, y más de 600 en el mundo griego, por lo que se sabe más acerca de las prácticas necrománticas que de las necrofóbicas.
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Katadesmoi encontrado en Kamarina. No dice nada bueno. |
Los muertos especiales estaban predispuestos a sentirse infelices o vengativos y esto afectaba directamente a los vivos porque estos seres eran capaces de levantarse de la tumba, o bien de ser invocados y manipulados para servir los deseos de otros. Por lo tanto, el cuidado y la propiciación de los muertos era un problema más cívico que personal, porque la negligencia o la provocación de los muertos que no descansaban tenía el potencial de dañar a la comunidad entera.
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