miércoles, 8 de julio de 2015

Cleopatra y Octavia: algo más que peones en la lucha por el poder


«La batalla de Actium», de Lorenzo A. Castro (f 1664-1700)
Muchos autores han estudiado a los estadistas que abocaron a Roma a una guerra civil continua durante el siglo I a. C., pero pocas veces se ha abordado el periodo desde un punto de vista femenino. Sin embargo, hubo mujeres de gran carácter que tuvieron un papel activo en los episodios que llevaron al colapso de la República. Gustavo García Vivas ha indagado en las figuras de dos antagonistas, Cleopatra y Octavia. Ambas acabaron convertidas en símbolos de Oriente y Occidente, pero el investigador adscrito a la Universidad de La Laguna sostiene que fueron algo más que marionetas en el pulso entre Marco Antonio y Octaviano.

P: El título de su ensayo “Octavia contra Cleopatra. El papel de la mujer en la propaganda política del Triunvirato (44-30 a. C.)” sugiere que ambas mujeres competían en igualdad de condiciones. Sin embargo, una y otra tenían importantes diferencias en su situación política, social y personal.
R: Hay una cosa que compartían las dos: su educación exquisita. Octavia tuvo excelentes preceptores y Cleopatra dominaba varios idiomas. Pero más allá de eso, poco en común podían tener una matrona romana y una reina helenística. Su experiencia vital, el ambiente que les rodeaba, sus vivencias… Todo era diferente.

Sin embargo, ambas fueron auténticas políticas, que actuaron con independencia. Eso no quiere decir que no fuesen utilizadas como peones en la lucha por el poder, pero las dos tuvieron iniciativa propia. Octavia demostró su importancia en los tratados de Brindisi y Tarento, logrando reconducir las tensiones entre su hermano y su esposo, los dos triunviros. Por su parte, Cleopatra asumió durante los 15 años que estudio un rol dominante, tan importante o más que el de Marco Antonio.

P: La reina egipcia tuvo un papel tan activo que los autores afines a Octavio la acusaron de haber embrujado a Marco Antonio para manejarle a su antojo.
R: El joven Octaviano tenía a su alrededor una corte de escritores -entre los que están Tito Livio, Ovidio o Virgilio- que presentaban a Cleopatra como una mujer perversa y bárbara que había sojuzgado a Marco Antonio con hechizos y artes amatorias. Y, aunque dicen que el amor es un concepto más propio del siglo XIX, parece ciertamente que Antonio se sentía profundamente atraído por la reina. Sin embargo, esto no debe esconder el factor de alta geopolítica de esta relación. Marco Antonio necesitaba un apoyo del peso de Cleopatra para resistir al poder de Octaviano en Roma, que cada vez le presionaba más.

Gustavo García Vivas
P: Sabemos que la imagen de Cleopatra fue deformada por los partidarios de Octavio. ¿Podemos deducir que la de Octavia fue artificialmente ensalzada dentro de esa guerra de ideas?

R: Hay dos cosas claras respecto a Octavia. En primer lugar, era una mujer tremendamente culta para los estándares de su época. Fue benefactora de muchos escritores como se puede ver en el patrocinio del Porticus Octaviae, una especie de biblioteca-club en Roma del que formaban parte los intelectuales en torno a su hermano.

La segunda característica que parece fuera de duda es su respeto por los valores tradicionales de la matrona romana. Cuando es repudiada en 35 a. C. se retira de la vida pública y, a la muerte de Marco Antonio, cuida de los hijos de su ex-esposo, incluso los de su primer matrimonio con Fulvia y los que tuvo con la reina de Egipto: Alejandro Helios y Cleopatra Selene. A pesar de que Octavia vivió 25 años más, las noticias sobre ella escasean y se sabe que no volvió a casarse.

P: A partir del repudio, las relaciones entre los dos hombres más poderosos de Roma se deterioran rápidamente.
R: Octaviano se embarca en una “batalla de las ideas” con la que intenta aparecer como el garante de la legalidad y de la moral romana. Joven, inteligente y frío, no pierde oportunidad para desacreditar a su rival lanzando verdades a medias.

P: Se dice que Marco Antonio cometió varios errores de bulto, entre los que está el reconocimiento de Cesarión como hijo carnal de Julio César, y una procesión para celebrar la victoria sobre Armenia, que tuvo lugar en Alejandría en el 34 a. C. ¿Cleopatra estuvo detrás de estos errores de cálculo del cónsul?
R: Entiendo que la reina le alentó a efectuar una procesión en Alejandría, similar en todo a los triunfos que los generales victoriosos ofrecían en Roma. Sin embargo, eso le puso muy fácil a sus enemigos la acusación de querer llevarse la capital a Egipto, algo que muy probablemente nunca pasó por la cabeza de Antonio ni de Cleopatra.

Poco después del asunto de la procesión, Marco Antonio proclamó, en un despliegue parecido, a Cesarión hijo carnal de César y Cleopatra. Este reconocimiento fue también hábilmente tergiversado, diciendo que una vez más se ensalzaba a la reina lágida, que además recibió el título de Reina de Reyes. Sin embargo, esta visión interesada no debe hacernos perder de vista las implicaciones que el reconocimiento de Cesarión tenía en el pulso que libraba en ese momento Marco Antonio con Octaviano, que al fin y al cabo no era más que hijo adoptivo de César.

P: Por entonces la tensión entre ambos pretendientes al poder estaba en su momento álgido. Varios autores afirman que los errores de Marco Antonio no fueron tales, sino movimientos casi obligados por la posición forzada en la que le colocó la presión de su contendiente.

R: La historia la cuenta el que gana. Durante muchos siglos hemos visto estos acontecimientos a través de las fuentes próximas al ganador de la disputa, pero si emulamos a Miguel León-Portilla y buscamos “la visión de los vencidos” entrevemos visiones algo más imparciales, como la de Asinio Polión, que nos revelan que la mayoría de las acciones de Marco Antonio fueron las que cabía esperar de un cónsul romano.

Esa coherencia con la razón de Estado es la responsable de que, dos años antes de la muerte de Marco Antonio, su causa aún contase de su parte a 150 senadores. Esto nos indica que Antonio no andaba tan desencaminado en su forma de proceder y que no estaba claro del lado de quién estaba la legalidad.

P: Sin embargo, la posición de Marco Antonio comienza a erosionarse rápidamente. El divorcio oficial de Octavia, en el 32 a. C. supone casi la declaración de hostilidades con su antiguo cuñado, que no ha gozado de muy buena imagen en parte de la historiografía más reciente.
R: La visión de Octaviano por parte de Ronald Syme ha influido en gran parte del siglo XX a la hora de formar una imagen negativa del futuro Augusto. Seguramente Octaviano no fue el peor de un siglo lleno de figuras torvas y con gran capacidad para el disimulo, pero no se quedó a la zaga: con 16 años se apropia del tesoro del del templo de Ops, que no le pertenece, arma con él un ejército ilegal y ataca a los dos cónsules. A partir de ahí todo lo que sucede es un crescendo por el poder personal.

El final de la República fue una época dura y compleja. Syme dice que Octaviano era “todo un romano”, es decir, que como todo individuo de clase alta perseguía descollar. En una sociedad agonística que exacerbaba la competitividad, no existían los remordimientos al pasar por encima de otros para conseguir el poder. Octaviano era muy bueno en eso y le ganó la partida a otro que no era una hermanita de la caridad.

P: Y así llegamos al enfrentamiento final. 
R: La situación es tan enconada que no puede sino desembocar en la guerra. El antiguo Maestro de Caballería de Julio César era un buen militar que superaba en 15 años de experiencia a su contrincante. En septiembre de 31 a. C. plantó batalla en Accio y aún hoy no está claro que perdiera aquel enfrentamiento, que se desequilibró cuando Cleopatra y su ejército abandonaron la lucha. Lo que sí sabemos es que Marco Antonio y Cleopatra se replegaron a Alejandría, donde el paso de los meses les muestra cada vez más claramente la proximidad de un desenlace inevitable. Debió de ser un año de euforia y depresión en una atmósfera irreal.

P: Con la desaparición de sus contrincantes, Octaviano emerge como el salvador de la República.
R: A partir del 30 a. C. el futuro Augusto revisa toda su actuación anterior, en la que diferencia su etapa revolucionaria -que llega hasta la eliminación de Antonio- de su etapa de consolidación definitiva, que culmina con la vuelta a la República, en el 27 a. C., y su proclamación como Augusto, en el 23 a. C.

Se establece, así, una cesura entre el periodo de proscripciones y sangre, y el periodo de restitución del orden. Una restitución totalmente falsa, porque él detentaba el poder en un sistema que en el fondo era una monarquía de carácter autocrático. Siguieron existiendo las asambleas, pero totalmente desprovistas de significado.

4 comentarios:

  1. Una entrevista interesantísima y un libro que me apresuro a buscar. Saludos cordiales.

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  2. Excelente artículo. Imagino que el autor me habrá leído... (Juan Luis Posadas)

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    1. Gracias, Juan Luis. ¿Cuándo comenzaste a publicar investigaciones sobre la mujer romana?

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