Mauricio Pastor Muñoz es Catedrático del Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Granada y ha escrito multitud de libros y artículos sobre historia antigua de España, especialmente sobre epigrafía y personajes históricos como Viriato. También ha sido asesor histórico y científico de la serie “Hispania, la leyenda”.
Entrevista de Ildefonso Ruiz y Marcos Uyá
Recientemente ha finalizado la 3ª temporada de la serie de televisión “Hispania, la leyenda”, de la que usted es asesor histórico y científico. ¿Esperaba que una serie sobre hispanos y romanos tuviera tanto éxito?
En primer lugar me gustaría agradecer a Antena 3 el esfuerzo que ha tenido que hacer para producir y emitir una serie de este tipo. La productora y el equipo pusieron todos sus esfuerzos para el montaje y preparación de las casas y viviendas de los lusitanos o la estructura del poblado, así como para la recreación del armamento, la ropa y la vestimenta que portaban romanos y lusitanos, y en todo ello me pidieron consejo. Este asesoramiento fue tan minucioso que se me preguntaba hasta dónde iban al baño los legionarios o cómo se formaban y qué pieles tenían las tiendas de campaña. Otra cuestión fue la de idear qué forma tendría el poblado hispano. Pese a que el poblado típico lusitano tenía forma cuadrangular, opté por que el poblado hispano de la serie fuera circular, con el fin de darle ese ambiente más castreño del norte. El rodaje, además, nos sólo se hizo en plató, sino que se grabaron exteriores en la comarca cacereña de La Vera, donde se recreó el poblado, cinco o seis cabañas, a orillas de una laguna. Yo personalmente estuve en el rodaje tres o cuatro días y me quedé impresionado por la cantidad de personas que participaban en la serie.
Con respecto a las armas que se iban a utilizar, propuse el uso de la falcata como arma del bando hispano, aunque por diferentes fuentes sabemos que los lusitanos utilizaban una espada tipo céltico con dos antenas. A mí me pareció que, como la Lusitania no estaba separada del resto de la península, esta arma típica ibérica podría haber sido utilizada también por este pueblo. Además, la falcata es una espada más bonita y singular que la típica lusitana. De hecho, este tema lo comenté con un gran conocedor del armamento en la Hispania antigua, Fernando Quesada, quién apoyó mi decisión, como queda reflejado en un artículo de este investigador. En cuanto al armamento y vestimenta de los legionarios romanos, la recreación es bastante fidedigna, aunque se utilizaron elementos de época un poco más tardía ya que tampoco disponemos de mucha documentación acerca del periodo que narra la serie. Para adornar las tiendas del pretor Galba y de Marco, se trajeron muchos elementos instrumentales y decorativos de la misma Roma, comprados o alquilados.
Como asesor de esta serie ¿se han tenido en cuenta sus consejos o en la series históricas actuales prima más la parte comercial y la audiencia que el rigor histórico?
Como ya he dicho, en líneas generales considero que ha sido un acierto emitir esta serie en televisión, a pesar de que contiene algunos errores históricos, muchos de ellos imputables a las necesidades del guión, del público o de la ficción. Por ejemplo, los nombres de algunos personajes o la escena de la muerte de Viriato no se corresponden con lo que nos cuenta Diodoro de Sicilia o Apiano. Quizá algún otro error fuera culpa mía, aunque también es cierto que en algunos casos tampoco se tenía muy en cuenta mi opinión. Personalmente, pienso que la televisión debería ajustarse mucho más a lo que conocemos históricamente, aunque también debemos ser flexibles, pues mucha gente, gracias a este tipo de series televisivas, ha empezado a interesarse por la realidad histórica, investigando a través de internet, leyendo manuales e incluso leyendo libros especializados como los míos. Incluso puedo decir que de los más interesados en conocer al personaje de Viriato fueron los propios actores que participaron en la serie, sobre todos los cuatro o cinco protagonistas principales. Concretamente, Roberto Enríquez, el actor encargado de dar vida a Viriato, me dijo que había leído cuatro veces mi obra para empaparse del personaje. Realmente se metió muy bien en el papel, ya que es un hombre muy serio, competente y preparado para su trabajo, y tuvimos juntos muchas conversaciones sobre los problemas de la personalidad de Viriato.
De todas formas, como parte del equipo, soy corresponsable de la serie, con sus éxitos y fracasos, y para mí ha sido una experiencia muy bonita y positiva, que estaría dispuesto a repetir siempre que la serie no sobrepasara los límites de la Historia. Ahora creo que continúa una parte de Roma que se llama Imperium, en la que yo ya no soy el asesor histórico. Estoy seguro de que el nuevo asesor histórico lo hará perfectamente, aunque dudo de que le hagan mucho caso, porque, no nos engañemos, el asesor histórico es lo que menos importa en una serie de ficción, y es así, importan más los personajes o el montaje. El asesor histórico sirve para que no nos desviemos mucho del momento histórico que se recrea.
Ha escrito un libro sobre Viriato que ha sido publicado en español y en portugués, basándose en numerosas fuentes y con un gran rigor histórico. Cuéntenos algo sobre ello.
Efectivamente, yo escribí una obra básica sobre Viriato, una biografía histórica, no una novela como algunos han creído. Se trata de una biografía basada en fuentes clásicas como los textos de Apiano, Diodoro de Sicilia y muchos más autores. Hay que tener en cuenta que en España nadie había investigado sobre Viriato desde los años veinte del siglo pasado, cuando Adolf Schulten escribió un pequeño artículo de unas cuarenta o cincuenta páginas sobre él. A partir de ahí, siempre ha sido mencionado en los manuales y libros históricos como un héroe que luchó contra Roma, teniendo en jaque a varias legiones, a pretores e incluso a cónsules durante varios años, quizás ocho o diez según los datos.
La primera obra que escribí sobre Viriato me la encargó Federico Lara Peinado, quién coordinaba la parte de biografías históricas en la editorial Alderaban, se titulaba “Viriato: la lucha por la libertad”, fue más reducida y la hice gratuitamente. Esta obra fue traducida al portugués y recientemente, en 2009, al francés. Después, la obra fue ampliada con la introducción de láminas, fotografías, capítulos añadidos y una revisión completa de todos los textos para la editorial Esfera de los Libros, y se publicó con el nombre “Viriato: el héroe hispano que luchó por la libertad de su pueblo” y ya han salido dos ediciones. Esta publicación también tiene su traducción al portugués, que ya cuenta con siete ediciones.
¿Por qué eligió hacer un libro sobre este personaje?
Puedo decir que posiblemente Viriato sea uno de los personajes más importantes y emblemáticos que tenemos en la Historia Antigua de España. De Viriato tenemos muchas fuentes y datos por parte de autores griegos y sobre todo romanos. No debemos olvidar que a Roma le interesaba crear personajes que se opusieran a su dominio, y debían ensalzarlos porque las legiones romanas no podían ser frenadas en su conquista por un cualquiera. Así, personajes como Viriato debían tener una serie de virtudes naturales: tenían que ser grandes estrategas, con una gran personalidad y líderes destacados. De esta forma la victoria tendría una mayor importancia.
Según las fuentes, Viriato debió nacer sobre el año 190 a. C. y murió en el 139 a. C.; tendría unos 50 años cuando murió, como todos sabemos con la traición de sus propios compañeros Audax, Ditalco y Minuro. No dudamos de que hubiera otros héroes que lucharan por la libertad de sus pueblos, y tenemos ejemplos como el de Corocotta entre los cántabros y astures o Indíbil y Mandonio entre los íberos, pero ninguno alcanzó tanta fama ni es tan atractivo históricamente como Viriato.
Todo ello convierte a Viriato en uno de los personajes en los que es más difícil separar la ficción de la historia. ¿Por qué? Quizás porque en él casi todo es mito y está envuelto en los albores de esa mitología que lo ha ensalzado a límites insospechados. Cierto o no, lógicamente hay algo de veracidad, nadie puede escribir hoy sobre Viriato si no utiliza tanto los textos antiguos como la mitología que se ha creado en torno al personaje. Así es como yo trato de expresarlo en mi libro.
Otro de los problemas actuales es que tanto los españoles como los portugueses nos identificamos con el personaje de Viriato y nos queremos apropiar de él, sin tener en cuenta que Viriato no era en realidad ni español ni portugués, ya que en la época en la que vivió ni España ni Portugal eran estados, y la diferenciación entre uno y otro territorio no existía. Él era lusitano, no hispano como dicen, pero nació en lo que para Roma era Hispania, más concretamente la provincia de Hispania Ulterior.
Cambiando de tema, ¿qué papel cree usted que deben de tener las humanidades en los actuales planes de estudios? ¿Se necesita defender más los estudios de humanidades o cree que ya están lo suficientemente protegidos?
Yo ya llevo muchos años en la Universidad, y pienso que las humanidades en general, y en particular los estudios clásicos y la historia son fundamentales para la formación de cualquier sociedad. Me da pena cualquier sociedad que olvide su Historia. Hay que estudiarla siempre con la conciencia de que vamos a un lugar del que vamos a aprender, y de que hay que aprender de los errores del pasado para evitarlos en el futuro e incluso en el presente. Hay muchos políticos que se han olvidado de esto, y por ello no se le presta la debida atención a las humanidades a la hora, por ejemplo, de dar becas, o de elegir a cualquier individuo para un puesto determinado. Se prefiere dar prioridad a otras disciplinas más “científicas”.
Además, hace cincuenta, o cien años, los grandes oradores de nuestro Parlamento citaban puntualmente a clásicos como Demóstenes o Séneca, mientras que hoy en día los políticos actuales no son capaces de citar a ningún autor clásico. No podemos olvidar que nuestra democracia se basa en la democracia clásica, los principios de la república romana y la antigua Grecia. Son lugares de los que debemos beber y tomar muchísimos datos y principios que actualmente parecen olvidados.
Por otra parte, el alumno que entra en la Universidad tiene un bagaje muy pobre en cuanto al conocimiento de la Historia en general, y de la Antigüedad sobre todo. Desde que se eliminaron las asignaturas de latín y griego, la cultura clásica apenas se trata en los institutos, y esto es algo que se debería retomar. De hecho, este mismo año, en clase de 1º de Grado en Historia, ante la pregunta: “¿Alguno de ustedes ha oído hablar de Viriato?”, aún con la serie en marcha, ha levantado la mano uno de cien. Pero más grave aún es lo que sucede cuando les preguntas por Julio César, porque en ese caso nadie sabe absolutamente nada sobre él. Todo esto indica la poca formación que tienen. Por tanto, si tenemos que rebajar el nivel a conocimientos de Bachillerato, no sorprende que la Universidad esté muy menospreciada. Posiblemente haya que buscar responsabilidades dentro del Sistema Educativo, pero también en el entramado político, especialmente a nivel local y autonómico, ya que no se pueden crear en una Comunidad como Andalucía hasta diez Universidades, que llegan a setenta y nueve en toda España. La dispersión de universidades hace que la falta de profundidad sea más notoria, porque lo realmente interesante sería potenciar bien una universidad que tuviera los mejores profesores y los más especializados y que, por ende, llevara a su alumnado a obtener unos buenos resultados.
En definitiva, yo creo que las humanidades han perdido mucho en los últimos cuarenta años, y más en una sociedad tecnocratizada, informatizada, digitalizada. Todo ello lleva a la pérdida del verdadero sentir del hombre como impulsor de su Historia, ya que, como hemos dicho, conocer la historia pasada te hace comprender el presente y diseñar el futuro. Si no la conoces, anulas parte de tu propia personalidad humana.
Para terminar, hace algunos años consiguió su ansiada cátedra en este departamento. ¿Qué espera usted de esta nueva etapa en su carrera docente e investigadora? Yo voy a seguir trabajando igual que lo hice desde el primer día que me incorporé a la Universidad hace ya cuarenta y un años. El que se dedica a esto debe hacerlo con verdadera vocación e ilusión. Me gusta lo que hago, y seguiré haciendo lo mismo, sea Catedrático, titular o profesor no numerario. Además, yo pasé de terminar la carrera a ser profesor y no tuve que sufrir lo que sufrís ahora otros, con las becas y demás. Pero repito, entré con vocación y me gusta lo que hago, da igual que haya conseguido la cátedra o no, porque yo voy a seguir trabajando igual y al mismo nivel y estilo hasta que me jubile –que no pienso hacerlo hasta los setenta años–.
uysss!! asi que este señor fue el culpable. :D
ResponderEliminarHola Marco, si lees bien el artículo, te darás cuenta de que a este señor, tampoco es que se le hiciese mucho caso en algunas cuestiones históricas. Por otro lado, quizás Mauricio Pastor sí sea culpable de que hoy día, conozcamos más sobre el personaje histórico de Viriato, pues hasta mediados del s. XX, el conocimiento de esta figura era escaso y todo dentro de un visión mítico-patriótica. Quizás haya que documentarse un poco más antes de soltar juicios de valor gratuitos. Un abrazo y enhorabuena al blog Tabula por conseguir este tipo de entrevistas de profesionales y especialistas en Historia Antigua.
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