domingo, 12 de diciembre de 2021

Mujeres crucificadas: la crucifixión como espectáculo en los anfiteatros de Roma

Alfonso Mañas

1.224 palabras, 8 minutos de lectura

La crucifixión era uno de los métodos usados en los anfiteatros para ejecutar a los condenados a muerte, tanto hombres como mujeres. Conocemos incluso el nombre de una de esas mujeres que sufrió tal castigo, Alcimilla.

Probablemente una esclava, Alcimilla vivió a principios del siglo II en Cumae, o al menos murió allí. Solo sabemos de ella por un dibujo raspado sobre la pared de una taberna de la vecina ciudad de Puteoli, que la representa colgando de una cruz, clavada de pies y manos, con el cuerpo cubierto por líneas horizontales que probablemente pretenden representar las marcas de latigazos. El dibujo es muy esquemático, apenas un esbozo de la figura humana, pero el nombre Alcimilla grabado al lado deja claro que se trata de una mujer.

Junto al de la crucificada, la pared está cubierta por muchos otros dibujos: gladiadores, fieras, tridentes… las imágenes típicas que podían verse en un anfiteatro durante un día de juegos, lo que sugiere que la escena de Alcimilla crucificada también tuvo lugar en la arena de un anfiteatro, probablemente el de Cumae, pues entre los dibujos aparece grabada la palabra “CVMIS”.

La taberna cuya pared está tan ricamente decorada se encuentra en las cercanías del anfiteatro de Puteoli, por lo que es normal que quienes asistían a esos espectáculos (tanto en ese anfiteatro como en el de Cumae y resto de ciudades vecinas) entrasen ahí para reponer fuerzas, y que mientras conversaban entorno a una jarra de vino garabatearan sobre el yeso de la pared lo que habían visto sobre la arena.

Que la crucifixión era uno de los entretenimientos habituales ofrecidos en los anfiteatros lo sabemos por varias fuentes, como un anuncio pintado sobre un muro de Pompeya (datado hacia el año 50-79) que indica que en unos juegos que se celebrarán (precisamente) en la vecina ciudad de Cumae (a unos 50 km. de Pompeya) se ofrecerán, entre otros entretenimientos, “cruciarii” (literalmente ‘crucificados’).

CIL, IV, 9983a:

Cumis gl(adiatorum) p(aria) XX / [et eorum] suppos[itici pu]gn(abunt) k(alendis) oct(obribus), III, pr(idie) n[onas octobres]: / cruciarii, ven(ationes) et vela er(unt)

En Cumae, 20 parejas de gladiadores y sus suplentes lucharán el 1, 5 y 6 de octubre. Crucificados, cacerías y toldo habrá también.


Como vemos, el reo condenado a ser crucificado era llamado “cruciarius” (plural “cruciarii”). El uso del plural en la inscripción indica que iban a ser varios los individuos que serían crucificados durante esos tres días de juegos.

Como cita la inscripción, un día de juegos en el anfiteatro se dividía en tres bloques de espectáculos: las cacerías (venationes, desde el amanecer hasta mediodía), las ejecuciones de condenados (a mediodía) y los combates de gladiadores (por la tarde).

Las ejecuciones de mediodía, eufemísticamente (o irónicamente) llamadas por los romanos ‘juegos de mediodía’ (ludi meridiani), mostraban sobre la arena todo método de ejecución conocido por los romanos. Así, la crucifixión, uno de sus métodos preferidos, no podía faltar.

Decimos que Alcimilla era probablemente una esclava porque su nombre era típico entre las esclavas de la época y porque la crucifixión era un método de ejecución reservado principalmente a los esclavos, de hecho se le llamaba ‘el castigo de los esclavos’ (servile supplicium).


El problema de la crucifixión como entretenimiento

Pese a la afición de los romanos a la crucifixión, su utilización como espectáculo anfiteatral planteaba un problema básico, pues todo lo que se ofrecía en la arena del anfiteatro debía ser entretenido de ver para el público, en el caso de las ejecuciones tenían que ser dinámicas y rápidas (condenados devorados por fieras, luchando a muerte con armas, etc.). Sin embargo, la crucifixión era todo lo contrario, estática y lenta, una persona clavada a una cruz agonizando inmóvil durante horas.

La parte inicial de la crucifixión sí ofrecía dinamismo y era entretenida para el gusto de los espectadores de los ludi meridiani, pues consistía en la entrada en la arena de los condenados, su flagelación, clavarlos a las cruces y el izado de estas, pero una vez hecho eso, la crucifixión no ofrecía nada más.

Evidentemente nadie iba al anfiteatro a ver a un condenado fijado a una cruz, inmóvil, agonizar durante horas, por lo que los organizadores de los juegos tuvieron que pensar en modos de convertir la crucifixión en un espectáculo atractivo para los espectadores.

La solución más frecuente era soltar fieras, que devoraban al crucificado, lo cual ‘animaba’ la ejecución y aceleraba la muerte. Así se hizo en el año 80 durante la inauguración del Coliseo, y en el 177 con Blandina, aunque en este caso las fieras no atacaron a la santa (la cual fue bajada de la cruz y tuvo que ser ejecutada de otra forma).

Otra solución habitual era prender fuego al crucificado, esto fue lo que hizo Nerón con los cristianos crucificados por el incendio del año 64, muchos de ellos crucificados en la arena del circo de Nerón, actual Vaticano.

Otras mujeres crucificadas

Aparte de Alcimilla y Blandina, no conocemos el nombre de ninguna otra mujer que fuese crucificada en la arena, de las muchas que sufrieron esa pena (e.g. las cristianas crucificadas durante los juegos de Nerón en 64). Sabemos que una liberta llamada Ida fue crucificada por Tiberio, pero ignoramos si dicha crucifixión tuvo lugar en un anfiteatro. En cualquier caso, la crucifixión de mujeres fue algo habitual en la época, pues a ello se refieren muchos autores (e.g. Plauto, Petronio, Apuleyo, etc.).

En la cultura de hoy (literatura, cine, TV)

La crucifixión en la arena, y la crucifixión de mujeres en la arena, es un aspecto de los juegos romanos que no ha sido muy tratado en la actualidad, a diferencia de otros (como los gladiadores).

Sienkiewicz, en su novela Quo Vadis (1895), recrea la escena de los crucificados en la arena, mujeres incluidas (capítulo 57), aunque no cita ningún método para acelerar la muerte, los deja simplemente ahí colgando, para el aburrimiento de los espectadores (como señala el propio Sienkiewicz).

Ilustración de la novela Quo Vadis, capítulo 57 (Jan Styka, 1901).

En el capítulo 62 Sienkiewicz recrea la escena de un crucificado al que le sueltan un oso (el mismo espectáculo que se ofreció en la inauguración del Coliseo, según Marcial). 

Ilustración de la novela Quo Vadis, capítulo 62 (Jan Styka, 1901).

En las versiones cinematográficas de la novela ninguna de esas dos escenas es mostrada, salvo en la versión de 2001 (rodada tras el éxito de Gladiator el año anterior), en la que se recrea la escena de la arena cubierta de cruces, algunas con mujeres en ellas. 

Fotograma de la película Quo Vadis (2001).

Prender fuego al crucificado para acelerar la muerte en la arena es mostrado en la película Espartaco (2004). 

Fotograma de la película Espartaco (2004).

Fuera ya del ámbito histórico, la imagen de una mujer crucificada resulta siempre muy llamativa en nuestra cultura occidental, por el contraste que ofrece con la figura del crucificado por antonomasia, Cristo, de manera que es usada de vez en cuando para impresionar a los espectadores. Así, cuando en la popular serie de los años 90 Xena: princesa guerrera buscaban un final de traca para la cuarta temporada, que conmocionara a la audiencia, decidieron crucificar a Xena (y a su compañera, a las dos). Eso sí, en un guiño a la historia, ambas son crucificadas por los romanos (la moraleja del episodio podría ser que nunca es buena idea meterse con los romanos, ni siquiera para la poderosa Xena).


La crucifixión de Xena (temporada 4, episodio 21, 1999).


Sobre el autor:
alfonsomanas1@hotmail.com
Miembro del grupo de investigación CTS-545 (área de Historia del Deporte) de la Universidad de Granada
Consejero Editorial de The International Journal of the History of Sport



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Para saber más sobre las crucifixiones en la arena, los ludi meridiani, y el papel de las mujeres en los juegos de anfiteatro, ver las páginas 136 y siguientes de Gladiadores: el gran espectáculo de Roma (edición 2018).

martes, 16 de noviembre de 2021

Legion Gold

 


Hace unos veinte años salió al mercado el juego “Legion”, que tuvo un gran éxito y una expansión, que de aquella era el máximo símbolo del éxito para un videojuego. Era una época en que se innovaba en los juegos de estrategia y te los vendían completos. Hoy, vivimos en una época en que los juegos son refritos de fórmulas ya conocidas, que salen a medio hacer, y luego todo son expansiones o DLCs, que dicen que lo mejoran, pero no son más que la terminación del juego a plazos, para que gastes más y durante más tiempo.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Decimo Junio Bruto... y gallego

 


 

 A la hora de explorar y conquistar territorios desconocidos, usando vagas excusas, nadie mejor en la Historia que un gobernador romano. A uno de ellos el Senado le pidió que persiguiera a unos “ladrones” y aprovechó la ocasión para abrirse paso con su ejército hasta el fin del mundo conocido, cruzar el mítico río del Olvido y someter a pueblos bárbaros “de largas cabelleras”.

Contemos su historia.

miércoles, 14 de julio de 2021

Pompeya vuelve a la vida


Los viajeros que visitaban las excavaciones de Pompeya en los siglos XVIII y XIX describían con deleite cómo las cuadrillas de trabajadores hacían emerger del suelo edificios de calidad sublime, adornados de frescos, inscripciones y objetos cotidianos. La experiencia de aquellas personas es algo que hoy sólo podemos envidiar. Tras ser desenterrados, la ciudad comienza un inevitable deterioro: los yesos y pinturas se caen, las téseras de los mosaicos se pierden, los muros van perdiendo firmeza hasta que se desploman… Los objetos más valiosos hace tiempo que fueron trasladados para ser estudiados, custodiados y, en el mejor de los casos, expuestos en asépticas vitrinas.

El resultado es que la Pompeya que espera a los visitantes actuales, aunque sigue siendo un enclave espectacular y único, tiene poco de esa grandeza que muchos esperan. Edificios cerrados al interminable y abrasivo flujo de turistas conviven con espacios abiertos a la visita, pero casi desnudos y carentes de contexto. La impresión puede ser decepcionante, como refleja un graffitti moderno de los baños del centro de visitantes: “Si hubiera querido ver ruinas, me hubiera ido a Kabul”.

La experiencia descarnada que ofrece hoy en día Pompeya inspiró a los profesores Alex Butterworth y Ray Laurence a escribir “Pompeya, la ciudad vida”, una obra divulgativa que pretende condensar la documentación disponible para reconstruir una panorámica amplia de la vida en aquella ciudad romana.

martes, 8 de junio de 2021

Imperator: Rome

 


 En abril del 2019 la empresa de juegos Paradox, famosa por sus juegos de estrategia y simulación, lanzó un juego que publicitaron como uno de sus mejores productos hasta la fecha. Un juego de gran estrategia en la Antigüedad, el “Imperator: Rome”.

 Llevaban meses calentando al personal con avances y bonitos vídeos sobre las posibilidades de su nueva obra. La expectación era máxima entre la enorme comunidad de seguidores de esta empresa sueca;  líder en este género de entretenimientos digitales y con fama de crear juegos de temática histórica complejos, inteligentes, bellos, detallistas, pero a la vez divertidos.

martes, 4 de mayo de 2021

Jantipo; el maestro de Aníbal


Una de las citas bélicas más famosas, y la más conocida del general e historiador ateniense Tucídides, es esta: «La guerra no es una cuestión de armas, sino de dinero; porque sin dinero para mantenerlos, de nada sirven los soldados, ni las armas». Líbrenos Zeus de tratar de enmendar la plana al reconocido como padre de la historia, pero la verdad es que las cosas no siempre son así; es más, en muchos casos sucede justo lo contrario. Y pocos ejemplos hay tan claros como las guerras, sobre todo la primera, entre Roma y Cartago. Al iniciarse las hostilidades era evidente que, sin ser Roma una ciudad “pobre”, la riqueza de su rival era muy superior, pero logró compensar con creces esta desventaja gracias a poseer algo de lo que la ciudad africana carecía: abundancia de duros y aguerridos soldados.

Porque aunque al hablar de Cartago a todos nos viene a la cabeza la imagen de los Barça, empezando por el rostro curtido, tuerto y cubierto de cicatrices del más ilustre miembro de esta familia; Aníbal, lo cierto es que a los acomodados ciudadanos de Cartago no les gustaba mucho eso de guerrear. Entendámonos, no es que se tratara de una sociedad pacífica precisamente, al contrario, se había extendido por todo el Mediterráneo Central y Occidental empleando, cuando lo consideraban necesario, la más brutal de las violencias. Lo que no les gustaba era sufrir las incomodidades de la guerra y, en especial, jugarse en ella el pellejo. Así que preferían subcontratar esta desagradable tarea en otros, y nutrían las filas de sus ejércitos con mercenarios.

miércoles, 31 de marzo de 2021

Redescubierto el anfiteatro de Mastaura

 Alfonso Mañas


En agosto de 2020 el arqueólogo turco Sedat Akkurnaz halló los restos del anfiteatro de Mastaura. El descubrimiento fue, en realidad, un redescubrimiento pues el edificio ya había sido encontrado en 1837 por el explorador británico William John Hamilton, que publicó el hallazgo en 1842. El libro pasó sin pena ni gloria y cayó en el olvido, junto con la ubicación del enclave.

 


lunes, 8 de marzo de 2021

Amanirenas, la temible Candace

 



 A finales del siglo I a.C, en un templo de un remoto reino africano, una cabeza del emperador Augusto fue enterrada bajo el umbral de la entrada, para que fuera pisada por los visitantes cada vez que entraran en el recinto sagrado. Así se vengó una reina de los orgullosos romanos.

miércoles, 6 de enero de 2021

Balbo; la mano que mueve los hilos



Las páginas de la historia que conocemos están acaparadas por grandes personajes, algunos de los cuales ocupan tan inminente lugar por méritos propios y otros, bastantes más, por interés de aquellos que la cuentan. La gran mayoría porque ya en vida se esforzaron en destacar, en lograr la fama, en “ser recordados”.

Pero junto a ellos hay otros, antes y ahora, que buscaron y buscan justo lo contrario: no ser percibidos, permanecer en la sombra, mover los hilos sin que nadie repare en sus manejos. Hasta el punto de que, muchas veces, si sabemos algo, poco en general, sobre su existencia es gracias a que en algún momento sus enemigos trataron de arrancarles es manto de invisibilidad con el que se protegían. Entre esos personajes oscuros uno que siempre ha llamado mi atención es Lucio Cornelio Balbo “El Mayor”. 

Balbo vivió uno de los momentos más cruciales de la historia: el paso de la República al Imperio en Roma, que es lo mismo que decir el fin de los sistemas “democráticos” o “predemocráticos” que hasta entonces habían dominado la cuenca del Mediterráneo, el área donde nació la Civilización Occidental, y su sustitución por regímenes autoritarios de tipo monárquico, que se mantendrían en el poder durante casi dos mil años. Y desempeñó en ese proceso un papel tan crucial como poco reconocido. 

Para presentar al personaje, basta decir que estamos hablando del primer extranjero que consiguió la ciudadanía romana no solo para él, sino para toda su familia, y el primer no nacido romano en alcanzar el puesto de cónsul. Un verdadero hito y un escándalo en su época. 

Fue consejero y hombre de confianza primero de Pompeyo y luego de César, mullidor reconocido del Primer Triunvirato, y el hombre que apoyó a Octavio Augusto tras la muerte de César, cuando nadie creía que sobreviviría tan siquiera unos días a su mentor, financiándolo y pergeñando la complicada red de alianzas, incluido el Segundo Triunvirato (todos los grandes personajes de la política romana estaban endeudados hasta el cuello, la gran mayoría con él), que le permitirían escalar hasta la cima del poder absoluto.