jueves, 31 de agosto de 2023

Euno y la primera gran rebelión de esclavos I. Libertad y muerte

 

Tumba de un esclavo romano. Aún conserva el pesado collar y la cadena  que debió cargar en vida

Cuando hablamos de Roma y de las rebeliones de esclavos todos pensamos en Espartaco o, mejor dicho, en Kirk Douglas interpretando a Espartaco en la película de Stanley Kubrick, pero, de hecho, y aunque sea el que haya acaparado la atención, Espartaco no fue el líder de la primera gran rebelión de esclavos, sino más bien de la última. Ese lugar le corresponde a Euno, un esclavo sirio en Sicilia que protagonizó la Primera Guerra Servil. Espartaco dirigió la tercera.

Estamos en el segundo cuarto del siglo II a.C. y Roma ha conquistado Italia, derrotado a los cartagineses y se ha convertido en la primera potencia del Mediterráneo. La vieja república de campesinos-soldados, duros como el pedernal, está desapareciendo a marchas forzadas, fagocitada por el imperio que ella misma ha creado, un fenómeno que se repetirá varias veces en la historia. Los inmensos territorios capturados, despojados a sus antiguos dueños ahora muertos o esclavizados, no han sido repartidos de forma equitativa, sino que han pasado a manos de una pequeña élite de mega-ricos que gracias a ellos se enriquecerán aún más. Los convertirán en inmensos latifundios destinados a proveer de trigo a la nueva urbe imperial, en rapidísima expansión gracias a la llegada masiva de esclavos, de emigrantes y, sobre todo, de antiguos campesinos que lo han perdido todo. Las pequeñas propiedades tradicionales, cuyos dueños deben permanecer largos años de servicio militar en el extranjero, muriendo y matando por la República, no pueden competir con los inmensos latifundios esclavistas, cuyos propietarios, además, controlan el senado, y con él los mercados y los contratos de suministro a la ciudad.