viernes, 4 de marzo de 2022

Leonidas de Rodas, el campeón

 


En la antigüedad, las ciudades griegas se odiaban entre ellas con una pasión digna de elogio. Tenían una larga tradición de guerras vecinales por cualquier tontería, porque el motivo era lo de menos; lo importante era el sentido de competición y lucha, el agon, que impregnaba toda la sociedad helena. Es normal que ese espíritu competitivo entre las ciudades tuviera también una variante religiosa, menos violenta y más deportiva. Así que en Grecia había una buena cantidad de eventos religiosos con competiciones incorporadas, donde las ciudades podían seguir celebrando sus rivalidades. Su mejor expresión eran los juegos en honor a Zeus, el dios supremo, celebradas en su santuario de Olimpia. Los atletas venidos de todo el mundo heleno podían alcanzar fama inmortal en su estadio si lograban la victoria, su nombre nunca sería olvidado y su ciudad los honraría durante toda su vida.

 Y luego estaba Leónidas de Rodas, que los eclipsó a todos.