viernes, 4 de marzo de 2022

Leonidas de Rodas, el campeón

 


En la antigüedad, las ciudades griegas se odiaban entre ellas con una pasión digna de elogio. Tenían una larga tradición de guerras vecinales por cualquier tontería, porque el motivo era lo de menos; lo importante era el sentido de competición y lucha, el agon, que impregnaba toda la sociedad helena. Es normal que ese espíritu competitivo entre las ciudades tuviera también una variante religiosa, menos violenta y más deportiva. Así que en Grecia había una buena cantidad de eventos religiosos con competiciones incorporadas, donde las ciudades podían seguir celebrando sus rivalidades. Su mejor expresión eran los juegos en honor a Zeus, el dios supremo, celebradas en su santuario de Olimpia. Los atletas venidos de todo el mundo heleno podían alcanzar fama inmortal en su estadio si lograban la victoria, su nombre nunca sería olvidado y su ciudad los honraría durante toda su vida.

 Y luego estaba Leónidas de Rodas, que los eclipsó a todos.


 Es el año 152 a.C. y estamos frente al templo de Zeus en Olimpia, en una mañana cálida de principios de agosto. Un heladónica (juez) pone una corona de olivo sobre la cabeza de un treintañero de cara ajada y músculos fibrosos. Se llama Leónidas, es un atleta vencedor en las tres carreras de las Olimpiadas de ese año, por lo tanto, es un triastes. Un título conseguido por pocos.

 Pero Leónidas se ajusta la corona como quien ya tiene costumbre de llevarla y sonríe con suficiencia, mientras saluda a la gente congregada ante el templo. Para él es la cuarta vez que consigue el triplete. Todos aplauden a rabiar porque saben que nunca sus ojos verán nada igual, ni lo hará el mundo durante dos milenios. Contemplan al mayor atleta de la historia siendo coronado por su duodécima y última victoria.

El Diadúmeno de Policleto, el atleta más cool

 Nada más sabemos de Leónidas, excepto las citas cortas de algunos autores griegos. Su ciudad de origen, Rodas, era una isla de tamaño medio para los griegos, que nunca faltaba a la hora de enviar atletas para las Olimpiadas; como los Diágoras, una familia de boxeadores, padre y tres hijos, en la que todos fueron campeones olímpicos y cuyas estatuas habían recibido el honor de adornar el recinto sagrado de Olimpia.

 Rodas tuvo también algunos ganadores de carreras, orgullo de su ciudad, pero en el siglo II a.c. consiguió lo que llevaba siglos esperando: el supercampeón, a Leónidas.

 Sabemos que su hazaña fue insólita e inolvidable: vencer 12 veces en las Olimpiadas. Marca que tuvo que esperar 2168 años para ser superada por el nadador Michael Phelps. Aunque en atletismo sigue siendo inalcanzable.

 Hay que remarcar que vencer en los juegos de Olimpia, fundados en 776 a.C., para los griegos no era una victoria en unos juegos cualquiera. El certamen de Olimpia se convirtió en una ocasión estupenda de desahogar la pasión de competir entre las polis helenas, a la vez que honrar a sus dioses y, curiosamente, permitió el acercamiento y una sombra de unidad entre ellos, puesto que equivalían a una asamblea general del pueblo griego. Era uno de los pocos momentos en que se sentían un pueblo, aunque fuera solo en el plano religioso, y solo cada cuatro años durante cinco días de finales de julio y principios de agosto. Pero eran tan importantes que los griegos databan su calendario por el número de Olimpiadas y no había ciudad, por villorrio que fuese, que no mandase algún atleta a competir.


Olimpia en sus buenos tiempos

 Había otras competiciones, otros juegos en honor de otros dioses, pero Olimpia era “la competición”, el agon por encima de todos, donde lo único que importaba era vencer, ya que solo había premios para los campeones. Así que Leónidas tuvo que competir con decenas de rivales en cada Olimpiada.

Leónidas compitió en cuatro seguidas, las de los años 164 a.C., 160 a.C., 156 a.C. y 152 a.C., y en cada una de ellas ganó las tres carreras de atletismo que se celebraban en el estadio: el estadio mismo, el diaulos y el hoplitódromos.

 Nadie lo hizo antes ni lo haría después. Su hazaña es única en los más de 1000 años de olimpiadas antiguas. Porque las tres carreras no eran nada fáciles y se corrían en solo dos días.


Estadio de Olimpia sin turistas

El Estadio (Stadion) era la carrera más corta y tomaba el nombre del lugar donde se celebraban las competiciones. Es decir, consistía en correr todo el estadio, cuya medida era de alrededor de 200 metros, que, en teoría, eran 600 veces la longitud del pie de Hércules; algo que parece que resultaba difícil de calcular, porque los griegos no se aclaraban sobre el tamaño de la suela del héroe, que variaba en cada lugar donde se celebraban juegos.


Atletas currando por la gloria olímpica

 También sabemos por Pausanias que no era solo llegar los atletas, saludar y correr el Estadio. Había, igual que hoy, carreras de clasificación para llegar a la final, que corrían solo 17 atletas. Pausanias habla de dos carreras de clasificación antes de la final de Olimpia.

El Diaulos, por su parte, no era más que doblar la distancia del Estadio. Los atletas tenían que dar la vuelta al llegar al final del estadio y volver al punto de partida para completar unos 400-380 metros. No sabemos si también había carreras de clasificación para llegar a la carrera final, pero es probable.

 El estadio, como el Diaulos, eran las dos pruebas más antiguas de las competiciones de Olimpia y las más aclamadas. Solían correrlas los mismos atletas, aunque parece que podía haber especializados en cada carrera, pues según Filostrato: “Los atletas para el diaulos deben ser más robustos que los corredores de estadio.”

Luego estaba el hoplitódromos, que era un mundo aparte. Se trataba de una carrera de resistencia, porque, en lugar de correr desnudos, como era la norma en las otras pruebas, en tiempos de Leónidas tenían que llevar puesto casco y escudo, como si fueran corriendo al combate. El casco y el escudo de un hoplita griego no eran precisamente ligeros, así que el esfuerzo debía de ser grande. La distancia en Olimpia era de dos estadios (un diaulos), aunque hay referencias de carreras de más estadios en otros juegos. Por ejemplo, en Platea, había que correr hasta 15 puñeteros estadios y, según nos cuenta Filostrato tenía una norma muy peculiar:

 “…esta carrera hoplítica de Platea contaba con una normativa especial para sus participantes: el que era coronado vencedor una vez en esta prueba, cuando quería vol­ver a participar tenía que estar muy seguro de la condición física de su cuerpo, ya que si era derrotado…  se le ejecutaba.”

 Me imagino que en Platea lo de intentar el doblete no era muy habitual.


Atletas corriendo el hoplitódromos con escudos fashion

El Hoplitódromo era una carrera bastante “moderna”, pues apareció por primera vez en las Olimpiadas de 520 a.C., y se consideraba muy especializada. Solía tener sus atletas propios, que no corrían el estadio ni el diaulos. Esto explica que a lo largo de los cientos de años de historia de las Olimpiadas muchos atletas ganasen el estadio y también el diaulos varias olimpiadas seguidas, pero solo 6 atletas ganaron las tres carreras juntas en una sola olimpiada y ninguno lo repetiría en la siguiente… hasta que llegó Leónidas y ganó las tres carreras durante cuatro olimpiadas seguidas.

Fue tal la conmoción que causó su hazaña en el mundo deportivo heleno que, según Filóstrato:

“Ya no distinguimos entre corredores armados, entre los que están en el estadio y los que están en el diaulos, desde que Leónidas de Rodas ganó en cuatro Juegos Olímpicos seguidos, en esta triple competencia.”

 Leónidas cambió por completo los esquemas sobre el  entrenamiento de los atletas. Un velocista también podía ser un corredor de resistencia. Desde su hazaña, muchos lo intentarán y será más habitual ver a corredores en las tres carreras, pero ninguno se acercará en victorias a Leónidas. Es que son cuatro Olimpiadas seguidas, vencedor en doce carreras finales… puede que ni siquiera lo intentase alguien.


Templo de Zeus en Olimpia, una segunda casa para Leónidas

 La fortaleza física y la capacidad de recuperación de Leónidas deben ser un caso especial en el mundo del deporte.  Las carreras se corrían el segundo y tercer día de los cinco que duraban los juegos. Así que estamos hablando de alguien que corría en dos días las tres finales, más la carrera de clasificación del Estadio y, probablemente, las de clasificación del Diaulos y del Hoplitódromos. Todo bajo el sol de agosto griego.

 Es difícil de planear, pero se podía preparar a conciencia para lograrlo en una Olimpiada, si tienes talento y condiciones, como sabemos hicieron otros seis atletas excepcionales. Pero mantener la concentración y el esfuerzo para conseguirlo durante cuatro Olimpiadas sucesivas es tarea de un titán disciplinado y terco. 


La entrada de atletas al estadio de Olimpia

 Si alguna vez hubo un verdadero hijo de Zeus sobre la Tierra, es probable que fuera Leónidas de Rodas. El atleta que en la línea de salida, cuando oía al heladónica gritar ¡Apite! (Partid), volaba hasta la meta impulsado por una fuerza realmente olímpica.

 

Sobre otros olímpicos en este blog:

Cinisca

Quadronius Verus

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