miércoles, 18 de diciembre de 2024

Una opinión sobre Gladiator 2

El 15 de noviembre se estrenó Gladiator 2, y como ocurrió con la primera parte en 2000, está popularizando de nuevo los juegos anfiteatrales. Como entonces, muchos salen del cine preguntándose si eran realmente así los espectáculos del Coliseo. Sólo podemos saberlo leyendo las crónicas de quienes los vieron con sus propios ojos, sentados en las gradas del anfiteatro o desde la misma arena (luchando como gladiadores, cazando fieras como venatores, o muriendo como condenados).

Con motivo de la publicación del libro Gladiadores, bestias y condenados: las crónicas brutales del Coliseo (Editorial Almuzara), hemos invitado a su autor, Alfonso Mañas, a compartir sus reflexiones sobre la película y esto es lo que nos cuenta.

"En general, Gladiator 2, como Gladiator 1 en 2000, capta bien la esencia de esos espectáculos, pues cuando suenan los cuernos antes de los combates nos estremecemos en la butaca, como las gentes de entonces en las gradas del Coliseo.

Junto a eso, ambas cintas logran transmitir también el elemento fundamental de esos espectáculos: su brutalidad. Si bien ninguna fuente muestra a una mujer cortada en dos por la cuchilla de un carro, como en Gladiator 1, eso tampoco era nada comparado con lo que se veía en la arena, y que no puede mostrarse en un film comercial: así, Marcial cuenta que una mujer fue montada por un toro (recreando el mito de Pasifae) o que un oso abrió en canal a un crucificado, entreteniéndose en sacarle las tripas, y todo lo demás, como quien tira de un ovillo.

Ambos espectáculos correspondían a las ejecuciones del mediodía (ludi meridiani), lo más duro que podía verse en la arena, y que –salvo los consabidos cristianos devorados por leones– no muestra el cine, pues saldría una cinta de zoofilia gore.

La escena más impactante de Gladiator 1

 Tampoco suele reflejar el cine el otro espectáculo de los juegos anfiteatrales, las cacerías (venationes), como la ofrecida por Pompeyo, donde varios elefantes fueron masacrados, tras aplastar los paquidermos a varios cazadores.

Como vemos, los combates de gladiadores no eran ni de lejos el espectáculo más violento, ni letal, que podía verse sobre la arena, pero es en el que se centra el cine comercial, para no herir sensibilidades modernas (nuestros gustos actuales distan mucho de los de nuestros ancestros romanos, que disfrutaban viendo todo eso y lo consideraban un entretenimiento).

Así, Gladiator 1 y 2 muestran una versión rebajada y almibarada de los espectáculos anfiteatrales, pese a lo cual captan la esencia de la arena.

Dicho eso, ambos films también presentan errores, tanto en trama (Cómodo no mató a su padre, no murió en la arena, y su hermana era una harpía) como en detalles técnicos (los gladiadores luchaban con casco y a pecho descubierto, mientras que Russel Crowe se pasa toda la peli dando espadazos sin casco y con coraza). La peli no muestra a un solo gladiador equipado correctamente (como los gladiadores de la época), y los anacronismos abundan (elementos medievales como mazas con pinchos o jinetes con estribos).

Maximus también es un personaje ficticio, ningún general se convirtió en gladiador y mató a Cómodo, aunque en mi libro (capítulo 10) cuento la historia del personaje real que más se le parece, superándole de lejos.

Esos errores de trama y armamento se repiten en Gladiator 2, salvo los estribos, eliminados ahora.

Entre los errores (o fantasías) de trama que perduran en Gladiator 2, de nuevo la idea de tratar de acabar con el imperio (a nadie se le pasó eso por la cabeza en 211, cuando transcurre la acción) o la presencia de la hermana de Cómodo (la real murió en 182, diez años antes que Cómodo, asesinada por orden de este, pues ella había intentado matarlo varias veces). Hay también errores a medias, como la escena de naumaquia en el Coliseo: es rigurosa porque ciertamente se dieron naumaquias en el Coliseo, pero ficticia porque en 211 el Coliseo ya no podía albergar naumaquias. Los tiburones que vemos en el agua también son una licencia, pues los romanos nunca usaron en sus espectáculos esos animales (imposibles de transportar vivos del mar al anfiteatro, trayecto que sólo podían soportar las bestias anfibias [cocodrilos, hipopótamos, morsas], las citadas por las fuentes en esas ocasiones).


Son fantasía pura los combates entre hombres y babuinos (animal jamás citado en las fuentes anfiteatrales, pero es un error común en EEUU y Hollywood creer que sí aparecía, y por ello lo repiten).

La escena del rinoceronte es sin embargo un acierto, pues ese animal apareció varias veces luchando en la arena, en ocasiones contra hombres (como en el film). No consta que nadie fuese encima del animal, pero tampoco es algo descartable (el rinoceronte es fácilmente domable, y YouTube está lleno de vídeos de gente montando rinocerontes blancos, la especie que aparece en el film y la que se usó en los espectáculos del Coliseo).

Y de nuevo vemos gladiadores mal equipados (ninguno correctamente), y sin casco.


Análisis de los personajes (históricos y de la peli)

Marco Aurelio y Faustina tuvieron 14 hijos, todos muertos de niños salvo Lucila (150-182), Cómodo (161-192) y Vibia Aurelia Sabina (170- antes de 217).

Lucila casa (como se dice en Gladiator 1) con Lucio Vero (20 años mayor que ella, y co-emperador junto a Marco Aurelio), y al morir este casa con Pompeianus (25 años mayor que ella), que sirvió con Marco Aurelio en las guerras de Partia y fue luego senador. Cómodo no lo mató tras los atentados que si supusieron la muerte de Lucila.

 

Lucila

Caracalla (nacido el 4 abril 188). En realidad se llamaba Antonino, pero como siempre llevaba una túnica gala, llamada caracalla, le pusieron ese apodo (como Calígula, que era un apodo, “sandalitas”, de caliga, en realidad se llamaba Cayo, como César). Es como si a un personaje como Nicolás Maduro, que va siempre en chándal, lo llamásemos “chandalito”.

Caracalla

Geta era un año menor (nacido el 7 marzo 189). 


Geta

Cuando su padre (Septimio Severo) llegó al trono Caracalla tenía 5 años y Geta 4, así que desde pequeños estaban acostumbrados al poder, y su padre ya los trató como sucesores.

Ambos hermanos eran muy aficionados a los gladiadores, los tenían por compañeros de juergas, y Caracalla llegó a luchar como gladiador en privado.

Su padre muere en 211 (4 febrero), cuando ellos tenían 23 y 22 años, y le suceden como co-emperadores, por voluntad de su padre y de su madre, para que no surgieran las rencillas entre hermanos que aparecieron entre Tito y Domiciano cuando el primero heredó el trono, y que finalmente le costó la vida pues Domiciano probablemente lo envenenó, como mencionan Suetonio y Dión Casio.

Pero si en ese caso el mayor (Tito) fue el bueno y el menor (Domiciano) el rencoroso, en este cao fue al revés: Caracalla no estaba de acuerdo en compartir el trono, considerando que él debía ser emperador en solitario. Su madre mediaba para que ambos compartieran el trono, pero Caracalla no lo aceptaba. La mala relación era tal que dividieron el palacio imperial en dos partes, una para cada hermano, cada uno con sus sirvientes, y cuando no tenían más remedio que verse para tratar los asuntos de estado, lo hacían siempre en presencia de su madre, y con otras personas presentes, para que ninguno intentase matar al otro.

Así, que en Gladiator 2 aparezcan siempre juntos (en fiestas, palacio o en el palco del anfiteatro) es una invención, pues nunca estaban juntos en eventos de ocio.

Diez meses después de ser proclamados emperadores (el 26 de diciembre de 211), Caracalla no soportaba más esa situación, así que asesinó a Geta en una de sus reuniones, pese a la presencia de su madre. Los soldados de Caracalla lo mataron en brazos de esta.

Caracalla dictó una damnatio memoriae contra Geta.

Caracalla vivió 5 años más, hasta abril de 217, por lo que toda la revuelta que se narra en Gladiator 2, como acaecida justo tras la muerte de Geta, no ocurrió.

Pero dentro de las licencias, hay guiños geniales, y así vemos al Caracalla de la peli nombrando cónsul a su mono, cosa que nunca ocurrió, pero que es una referencia a Calígula, que se rumoreaba que quiso nombrar cónsul a su caballo (cosa que nunca hizo finalmente, como dice Suetonio).

Veo más raro que en la peli el hermano más alto es el más joven (Geta), mientras que el más bajo es el más viejo (Caracalla). Siempre que los veo a lo largo de la peli creo que es el revés, sobre todo porque el actor que interpreta a Geta tiene más jeta de malo, como el Caracalla real, y el actor que hace de Caracalla tiene cara de bueno, como el pobre Geta real.

Caracalla fue asesinado por orden de Macrino (165-218), el personaje interpretado por Denzel Washington, que no era negro sino bereber. Las fuentes escritas dicen que sus padres eran bereberes, y tenemos bustos de él que muestran que sus rasgos no eran negroides.

Macrino había sido gladiador (recibiendo incluso la rudis) y venator. Fue el primer emperador que no venía de la clase senatorial, lo que en cierto sentido supuso una ‘democratización’ de la institución imperial, en el sentido de que cualquiera podía llegar a emperador (máxime en su caso, que había sido gladiador, lo más bajo, y el primer caso de un gladiador que llegó a emperador).

Llegó a emperador de la manera más curiosa, pero frecuente entonces: un adivino profetizó que sucedería a Caracalla en el trono, así que antes de que el rumor llegase a Caracalla, que ordenaría matarlo, decidió matarlo él (usando a un soldado).

Macrino

Marcus Acacius, el personaje de Pedro Pascal, es ficticio, no tiene un equivalente histórico

 

Lo que menos me gusta de Gladiator 2

Dos cosas: la primera es que los gladiadores siguen siendo mostrados calzados (como siempre en el cine y la TV) cuando en realidad luchaban descalzos.

 

Izquierda, las ‘botas’ de Gladiator 2. Derecha, las botas (con cordones, anacrónicas) de Maximus en Gladiator 1

 

La segunda, y que más aborrezco, es el heraldo que han puesto para anunciar los juegos. A diferencia del magnífico heraldo de Gladiator 1, uno de los personajes más reconocibles y rigurosamente recreados de Gladiator 1, magistralmente interpretado por David Hemmings, en Gladiator 2 el heraldo no tiene ningún encanto: es un tipejo despreciable, de voz ridícula y apariencia lamentable, que no se han currado nada ni en caracterización ni vestuario. Es increíble que teniendo el precedente que tenían hayan acabado presentando este heraldo en la secuela. Patético.

 

Y lo que es totalmente lamentable es que en una escena inicial aparecen niños jugando al fútbol (dando patadas a un balón), cuando ese deporte con esa forma (patear un balón) no aparece hasta el siglo XIX básicamente.

 

¿En qué supera Gladiator 2 a Gladiator 1?

Mientras que en Gladiator 1 no escuchamos nada en latín, en Gladiator 2 oímos dos veces la frase Vae victis (“Ay de los vencidos”, Livio, 5.48), que solía pronunciarse para expresar que los derrotados estaban completamente a merced de sus vencedores.

Igualmente, aunque no en latín, escuchamos los versos de Virgilio que dicen “Las puertas del infierno están abiertas noche y día: suave es el descenso, y fácil la vía” (Eneida, 6.126-127: facilis descensus Averno: noctes atque dies patet atri).

Pasando ya al lenguaje escrito, vemos sobre una pared grabados los emparejamientos de combates pasados, con los nombres de ambos gladiadores, como efectivamente se hacía entonces (tenemos varios ejemplos sobre los muros de Pompeya).

Meten sin embargo la pata al tratar de usar el latín en otras escenas: por ejemplo, la frase “fuerza y honor” tratan de traducirla al latín, poniéndola en una pared como “virtus et honore”, lo que está mal porque ambas palabras están en distintos casos (virtus es nominativo y honore es ablativo). Al estar coordinadas por la proposición et ambas deberían estar en nominativo: virtus et honor.

                                                                      


Arriba la inscripción “virtus et honore” y debajo la lista de emparejamientos, con el de “Maximus – Commodus” abajo del todo (el nombre Maximus tachado). Gladiator 2.

Esto de inventarse el latín ya lo hicieron en Gladiator 1, y así sobre una de las arcadas del Coliseo vemos la inscripción “ut Roma cadit ita orbis terrae” (como Roma cae así el orbe de la tierra [caerá]). Aunque en este caso la frase latina es gramaticalmente correcta, es inventada, pues tal frase no está documentada en aquella época.

La inscripción vuelve a aparecer en el Coliseo de Gladiator 2 (está basada en unos versos en latín del monje Beda escritos en el siglo VIII, pero que no son así tampoco).

Un poco más adelante en Gladiator 1 vemos un panfleto que dice “Gladiatores, violentia” (gladiadores, violencia), correcto gramaticalmente. 

Lo mejor (para mí, como historiador) de Gladiator 1 y 2

Como ya he dicho, ambas captan muy bien la atmósfera de esos espectáculos: la emoción que sentimos nosotros al oír los cuernos que abren los juegos (en la pantalla) es la misma que sentían las gentes de entonces, y por eso atestaban las gradas de los anfiteatros, al igual que nosotros atestamos las de nuestros cines hoy.

Y es que Ridley Scott ha sabido mostrar la filosofía de esa época:

Ambas pelis captan bien que los hombres actuamos empujados por el destino. Ese era un concepto muy presente en la Antigüedad: lo ves en la Ilíada, en la Odisea, en las vidas de los emperadores escritas por los historiadores de entonces. Nadie hace lo que quiere o actúa por propia voluntad, sino que en los actos decisivos de su vida van empujados por las circunstancias y por el destino.

En el mundo del relativismo y la postmodernidad en el que vivimos hoy, nos gusta pensar que somos dueños de nuestro destino, y que decidimos nuestra vida. Los antiguos se descojonarían de ver que podamos ser tan tontos de pensar eso. Como hace dos mil y tres mil años, el hombre no decide nada en su vida, seguimos empujados por el destino, como siempre en la historia.

Somos juguetes del destino, como los gladiadores eran juguetes del público sobre la arena.

Ni el bueno, ni el malo, ni los secundarios ni nadie en ambas películas actúa libremente, sino empujados unos por los actos de los otros, determinados todos por las circunstancias y el destino.

Pero ambas cintas son también muy modernas en un sentido: los personajes viven aplastados por el sistema (opresivo, militarista, guerras constantes) y finalmente se alzan contra ello para intentar cambiarlo, que es lo que también deberíamos hacer nosotros hoy.

Desde esa perspectiva podemos ver ambas películas como una metáfora del momento actual.

Pero volviendo a lo bien que ambas pelis muestran la ideología de la época, hay que decir que exponen también perfectamente la enseñanza final de la arena (que ya identificaron Cicerón y Séneca): la vida es como la arena, pues al igual que en la arena, de esta vida no sale vivo nadie. Tenemos que enfrentarnos con la muerte a diario, de forma valiente, y a eso nos enseñan los gladiadores con su ejemplo, y nos enseñan también que en esa valentía, que exhibimos durante toda esa lucha con la muerte que es la vida, está la victoria, la gloria y la trascendencia que podemos alcanzar como hombres.

Dicho de otra forma: lo que hacemos en la vida resuena en la eternidad (what we do in life, echoes in eternity).

Como vemos, la frase de Maximus en Gladiator 1 tiene más de la filosofía de los gladiadores (y estoica) de lo que la gente cree.

La arena era la metáfora perfecta de la vida (así lo manifestaron Cicerón y Séneca, entre otros), y Ridley Scott ha sabido plasmar esa metáfora como nadie, elevándola a obra de arte cinematográfica… dos veces (por ahora, ya está preparando la 3)".

 

Alfonso Mañas

alfonsomanas1@hotmail.com

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Investigador de la Universidad de Berkeley (California)
Consejero Editorial de The International Journal of the History of Sport

Guía en viajes de temática gladiatoria

https://berkeley.academia.edu/AlfonsoManas

 

Para saber más sobre gladiadores y los espectáculos anfiteatrales, ver el documental ‘Escuela degladiadores y los programas de Cuarto Milenio.

 

 

 

 

 

 

 

 

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