Este mes de mayo se cumplen tres años desde que el proyecto de Tabula echó a andar. En este periodo, el blog ha desarrollado una personalidad independiente de las intenciones iniciales de sus creadores, que nos lanzamos a esta aventura por el mero placer de compartir nuestro amor por el Mundo Antiguo y, más concretamente, por la civilización romana.
Sin renegar de las grandes figuras, como Trajano o Espartaco, poco a poco nuestro interés por la intrahistoria ha orientado a Tabula hacia aquellos que pasaron fugazmente o incluso totalmente desapercibidos para el relato oficial de los hechos. Segundones, olvidados, gente corriente... Espontáneos que aparecen un segundo en las crónicas para volver, acto seguido, a la zona de sombra de lo cotidiano, de lo que no merece mayor atención. Hacemos una breve selección de tres años de pequeñas huellas.
Especulación, lujo, derroche y... batacazo. A Damásipo no le interesaba la política de una República que agonizaba en luchas civiles, a mediados del siglo I a. C. A él lo que le volvía loco era el mercado de los futuros y los derivados (sí, ya existían en la Antigüedad). El chico había nacido con un don especial para el comercio, hasta tal punto que le llamaban 'el hijo de Mercurio'. Cicerón le retrata en lo más alto de su gloria. Y, desde esas alturas, la mudable fortuna lo despeñó. A punto de arrojarse desde el Puente Fabricio, se encontró con una persona que le salvaría (y le cambiaría) la vida.
No sin mi elefante. Lo bueno de ser amigo de juventud de Octavio es que te pasan por alto alguna excentricidad. Y si además aguantaste su causa en la hora más baja y sacaste vivo a su ejército de un infierno lunar, puedes hacer casi cualquier cosa. Te permiten, incluso, pasear varias toneladas de mascota por el Foro. La buena sociedad se echaba las manos a la cabeza, pero nadié osó ponerse en el camino de Lucio Cornificio.
Apoteosis en el Capitolio. El caso de Marco Manlio Capitolino muestra lo peligrosa que es la condición de héroe. A principios del siglo IV a. C. él en persona evitó que la acrópolis de Roma cayese por sorpresa en manos de los galos. La plebe le idolatró por elló y le convirtió en el cabecilla de sus reivindicacionesde de mayor equidad social. Los patricios no perdonaron la "deserción" del aristócrata y prepararon un escarmiento ejemplar. Si las murallas del Capitolio convirtieron a Manlio en un héroe, su última ascensión a la fortaleza le transformó en un icono popular.
No hay nada que envidiar en la vida del romano de a pie. Los adinerados y gobernantes competían descarnadamente por el poder y la gloria, pero al menos tenían las necesidades vitales cubiertas. La inmensa mayoría de la población restante subsistía en condiciones penosas. Intentemos meternos en la cabeza de pobres, esclavos, rameras, bandidos, gladiadores... Gente corriente que pasó sin pena ni gloria por las páginas de la Historia.
El pulso del día a día discurre por delante del estrado. Lo que sucede en los tribunales rara vez trasciende a las crónicas oficiales porque aborda temas tan prosaicos como las disputas vecinales, alborotos públicos, enfrentamientos por la propiedad... Por eso una mirada humana convierte los tratados jurídicos en una ventana a lo cotidiano.
Sin renegar de las grandes figuras, como Trajano o Espartaco, poco a poco nuestro interés por la intrahistoria ha orientado a Tabula hacia aquellos que pasaron fugazmente o incluso totalmente desapercibidos para el relato oficial de los hechos. Segundones, olvidados, gente corriente... Espontáneos que aparecen un segundo en las crónicas para volver, acto seguido, a la zona de sombra de lo cotidiano, de lo que no merece mayor atención. Hacemos una breve selección de tres años de pequeñas huellas.
Especulación, lujo, derroche y... batacazo. A Damásipo no le interesaba la política de una República que agonizaba en luchas civiles, a mediados del siglo I a. C. A él lo que le volvía loco era el mercado de los futuros y los derivados (sí, ya existían en la Antigüedad). El chico había nacido con un don especial para el comercio, hasta tal punto que le llamaban 'el hijo de Mercurio'. Cicerón le retrata en lo más alto de su gloria. Y, desde esas alturas, la mudable fortuna lo despeñó. A punto de arrojarse desde el Puente Fabricio, se encontró con una persona que le salvaría (y le cambiaría) la vida.
No sin mi elefante. Lo bueno de ser amigo de juventud de Octavio es que te pasan por alto alguna excentricidad. Y si además aguantaste su causa en la hora más baja y sacaste vivo a su ejército de un infierno lunar, puedes hacer casi cualquier cosa. Te permiten, incluso, pasear varias toneladas de mascota por el Foro. La buena sociedad se echaba las manos a la cabeza, pero nadié osó ponerse en el camino de Lucio Cornificio.
Apoteosis en el Capitolio. El caso de Marco Manlio Capitolino muestra lo peligrosa que es la condición de héroe. A principios del siglo IV a. C. él en persona evitó que la acrópolis de Roma cayese por sorpresa en manos de los galos. La plebe le idolatró por elló y le convirtió en el cabecilla de sus reivindicacionesde de mayor equidad social. Los patricios no perdonaron la "deserción" del aristócrata y prepararon un escarmiento ejemplar. Si las murallas del Capitolio convirtieron a Manlio en un héroe, su última ascensión a la fortaleza le transformó en un icono popular.
El pulso del día a día discurre por delante del estrado. Lo que sucede en los tribunales rara vez trasciende a las crónicas oficiales porque aborda temas tan prosaicos como las disputas vecinales, alborotos públicos, enfrentamientos por la propiedad... Por eso una mirada humana convierte los tratados jurídicos en una ventana a lo cotidiano.
Muchas felicidades a todo el equipo, haceis un gran trabajo !!
ResponderEliminarGracias, Francesc. Sabes por experiencia propia las dificultades de "alimentar a la bestia" y llevar una vida normal, pero las aficiones son así: no hay que buscarles explicación.
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