martes, 25 de febrero de 2014

Javier del Hoyo: "La etimología nos ayuda a esculpir las frases"

Javier del Hoyo es un destacado filólogo que recientemente publicó "Etimologicón", un ensayo sobre el sorprendente origen de las palabras en castellano y sus no menos sorprendentes vínculos. Este libro nació de una serie de artículos sobre etimología aparecidos en Stilus desde el año 2009. Con tan estrechos vínculos no podíamos dejar escapar la oportunidad de hacerle una entrevista.

P: El libro comienza con una cita nada complaciente de Voltaire acerca de la etimología. ¿Un ajuste de cuentas con los que minusvaloran esta disciplina?
R: Una llamada de atención a los que se burlan porque sí de algo que funciona. Voltaire era muy listo, innegable, pero también se pasaba de listo. La parodia tiene gancho, pero no tiene por qué ajustarse a la verdad. Justamente lo que atrae de ella es aquello que se aleja de la verdad.

P: La cita en cuestión ironiza respecto a las evoluciones casi mágicas de unas palabras en otras, sin aparente relación entre ambas. La verdad es que leyendo algunos pasajes del Etimologicón da la impresión de que esos saltos malabares siguen vigentes. ¿Cómo se explica que 'cuidar' pueda proceder del verbo ago, egi, actum (llevar adelante)?
R: Es cierto; a veces una raíz a la que se le añade un prefijo o un sufijo, o evoluciona siguiendo unas reglas lógicas pero inesperadas, nos desconcierta, como la palabra ‘umbral’ que procede de la misma raíz que ‘dintel’ (liminaris), aunque con caminos intermedios muy distintos, y esto parece filología ficción. Del frecuentativo de ago, que es agito, + un prefijo cum tenemos cogito. De cogitare a ‘cuidar’ es seguir simplemente reglas básicas de la fonética histórica.

P: ¿Cuál es la forma de operar y las herramientas del estudio de la etimología?
R: En el paso del latín al español ha habido una serie de cambios fonéticos que suelen ser bastante sistemáticos. El estudio de todos ellos en conjunto hace que podamos conocer, con bastante exactitud, a partir de un étimo dado, la palabra que ha llegado a nuestra lengua. Debemos pensar que la lengua muy pocas veces improvisa o da saltos en el vacío. La lengua no es caprichosa.

P: La etimología rescata el origen de las palabras. ¿Por qué es bueno conocerlo? ¿En qué influye la procedencia de las palabras que utilizamos?
R: Desde luego nos ayuda a hablar con más precisión, a hacer juegos de palabras, a mejorar nuestra expresión, a esculpir las frases.

P: En el último capítulo se lamenta del desconocimiento del latín y de la escasa cultura religiosa, que tantas expresiones ha dejado en nuestra lengua. ¿Este alejamiento de las raíces culturales se puede desandar? ¿El latín tiene cada vez menos peso académico por el desinterés de la sociedad o es al revés?
R: La clásica pregunta de para qué sirve el latín carece de sentido. Para la sociedad el latín es una antigualla prescindible, pero a ningún aristócrata se le ocurriría tirar un mueble del siglo XVI porque ocupa mucho espacio en su casa y ya no sirve para nada. La pregunta está mal hecha, porque hay cosas que sirven, son instrumentales, y cosas que son en sí mismas. Del mismo modo que a nadie se le ocurre preguntar para qué sirve el deporte en la enseñanza media. Ya que no saldrá de una clase ningún campeón olímpico eliminemos una disciplina absurda, como es la educación física. Eso a nadie se le ocurriría.

P: El "Etimologicón" está lleno de casos curiosos y conexiones sorprendentes entre palabras. Como estudioso del tema, ¿recuerda algún caso que le haya resultado especialmente grato o inaudito?
R: Me encantan algunas etimologías en español, como la de bigote, la de mamotreto o la de bruma. Ninguna de ellas está en el libro, pero son muy gráficas y sorprendentes al mismo tiempo.

P: Está usted embarcado en la confección de una recopilación de inscripciones latinas en verso encontradas en la Península Ibérica, el volumen XVIII del Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL). Esta labor exige revisar inscripciones registradas hace siglos, cuando aún no estaba establecida la cultura científica y los estándares de rigor no eran tan estrictos como hoy en día. ¿Es necesario hacer algo similar con la etimología de las palabras (como por ejemplo con la teoría de que 'cadáver' viene de un acróstico latino que significa 'cuerpo dado a los gusanos'?
R: Estudiosos como Joan Corominas y J. A. Pascual sacaron a la luz hace años el "Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana". Es una obra monumental, quizás no definitiva, pero desde luego, un instrumento básico en cualquier biblioteca de quien quiera saber algo del tema.

P: Por cierto, ¿en qué estado está el proyecto del volumen XVIII del CIL? ¿Cuándo podría ver la luz?
R: Actualmente está en prensa, y pensamos que muy pronto, quizás para final de año esté ya en la calle.

P: ¿Qué otros proyectos de nivel existen hoy en día relacionados con la filología clásica y el latín?
R: Sería muy larga la enumeración, desde teatro clásico hasta teatro en latín del Siglo de Oro, pasando por otros más lingüísticos, diccionarios, etc. En la universidad española en estos últimos años se han emprendido muchos Proyectos I+D+i de gran envergadura. Lamentablemente los recortes están llevándonos a unos presupuestos exiguos que no permiten una investigación adecuada. No todo es culpa de la falta de recursos, pero éstos son desde luego necesarios.

3 comentarios:

  1. Hace falta mucha arrogancia para decir que Voltaire se pasa de listo.

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  2. Conocer la etimología de las palabras no cambia el uso que le damos, la frecuencia o la eficacia, de ser así sólo unos pocos podrían hablar con propiedad. es absurdo creer que su conocimiento marca alguna diferencia.

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  3. La educación física no tiene nada de absurda y en la enseñanza media se deben enseñar todas las materias para que el alumno pueda elegir que actividad desempeñará en el futuro. La utilidad del latín se puede cuestionar ya que su desconocimiento no crea lagunas para la vida diaria.

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