Junio Galión Anneano, el hermanísimo

 

 Su hermano fue el famoso Séneca, tutor de Nerón y uno de los grandes hipócritas de la Historia, al que hoy siguen los llamados neoestoicos como si fuera un gurú de la autoayuda. Pero Séneca no tuvo, como nuestro personaje, la posibilidad de cambiar la Historia. 

Nació en Córdoba, como sus dos hermanos menores, Séneca y Mela, alrededor del 3 a.C. Su nombre de nacimiento era L. Anneo Novato, que no era poco. La familia Annea pertenecía a la aristocracia local y su padre, M. Anneo Séneca, fue un famoso retor cordobés, procurador imperial, que estudió en Roma y llegó a conocer a Cicerón de joven, algo que luego siempre citaba con admiración. Su madre era Helvia Paulina, de otra familia aristocrática de la Bética; una mujer que, según el hermano filósofo, era “inteligente y sabia”, pues estaba interesada en la filosofía, que comenzó a estudiar con sus hijos pequeños. Pero su marido se opuso, pues consideró que la filosofía era muy perjudicial para la moralidad femenina. Sin embargo, al morir su marido, la madre marchó a a Roma para acompañar a sus dos hijos mayores y proseguir sus estudios, quedándose en Córdoba el hijo menor, Anneo Mela.

La Córdoba de los hermanos Anneos.

 Los otros dos hermanos emigrados, Séneca y Novato, habían empezado una carrera en la corte imperial desde bien jóvenes. Sus padres les habían enviado en su adolescencia a Roma, a finales del reinado de Augusto, bajo la tutela de su tía materna, Marcia, que tenía muy buenas relaciones al estar casada con el gobernador de Egipto. Con semejante enchufe, una gran falta de escrúpulos y una inteligencia natural, el hermano mediano, Séneca, se abrió camino en la corte durante el reinado de Tiberio. La carrera de Novato fue menos brillante que la de su hermano, siempre a su sombra, pero más segura y con menos contratiempos. Sabemos que fue cuestor y es probable que alcanzara más cargos durante la época de Tiberio.

A la muerte del emperador, su hermano filósofo era uno de los principales y más influyentes senadores. Motivo por el cual levantó los celos del imprevisible Calígula, que según Dión Casio, ordenó ejecutarlo; pero cambió pronto de opinión, como solía hacer su mente en ebullición, por las peticiones de amigos del filósofo. Por si acaso, Séneca no quiso tentar más a la suerte y se apartó de la política. 

Mientras tanto, nuestro Novato era adoptado por el retórico L. Junio Galio, gran amigo de su padre y también con buenos amigos en el Palatino. Así pasó a llamarse L. Junio Galión Anneano (el nombre final indicaba cual era su familia original). La adopción era una institución en Roma un poco diferente a la idea que tenemos hoy, ya que su finalidad no era tener hijos, sino transmitir el patrimonio familiar. Así que un adoptado seguía manteniendo una relación estrecha con su familia natural, a la vez que conseguía unos ingresos de por vida.  

Esta adopción tuvo grandes consecuencias para Galión, pues lo elevó al rango senatorial. Su hermano lo llamará Galión en sus cartas a partir de este momento. Y nosotros también.

El Senado aclamando al emperador, una sana costumbre

Apiolado Calígula por su guardia pretoriana en el 41, el nuevo emperador Claudio exilió a Séneca a la isla de Córcega, porque seguía siendo un senador influyente y sospechoso de no estar muy conforme con el nuevo gobernante tartamudo. Pero el emperador parece que tuvo buenas relaciones con Galión, que siguió en Roma. Por esta época su influencia en la corte debía ser superior a la de su hermano exiliado, con el que sabemos seguía manteniendo, y mantuvo durante toda su vida, excelentes relaciones. Es evidente que el carácter de Galión debía ser menos amargado y más agradable que el de su pedante hermano, el cual reconoce en sus Cuestiones Naturales que Galión era “un hombre querido por todos” 

En el año 49, la nueva mujer de Claudio, su sobrina Agripina, consigue el perdón de su marido para Séneca y ordena que vuelva de su exilio. Se le nombró pretor de Roma y su hermano Galión conseguirá el rango de cónsul y poco después, en el 51, el cargo de procónsul de Acaya, que viene a ser como un gobernador de Grecia y se consideraba un puesto de gran prestigio. Lo sabemos gracias a una inscripción imperial hallada en Delfos que pone “Galión, mi amigo y procónsul de Acaya». 

Fue durante esta época, en su palacio proconsular de Corinto, que Galión pasó al primer plano de la Historia. 

Templo de Apolo en Corinto... bueno, lo que queda

Todo empezó cuando los líderes de la próspera comunidad judía de Corinto se presentan ante su tribunal llevando a un tal Pablo de Tarso, que andaba revolucionando a judíos y gentiles desde hacía un año y medio con ideas “contrarias a la ley”. Una acusación un tanto ambigua, ya que podía ser la ley romana, la religiosa judía o ambas.  Así que Galión decidió recibirlos y ver de qué iba el asunto.

Cuentan los Hechos de los Apóstoles:

“Mientras Galión era procónsul de Acaya, los judíos a una atacaron a Pablo y lo condujeron al tribunal.

—Este hombre—denunciaron ellos—anda persuadiendo a la gente a adorar a Dios de una manera que va en contra de nuestra ley.

Pablo ya iba a hablar cuando Galión les dijo:

—Si ustedes los judíos estuvieran entablando una demanda sobre algún delito o algún crimen grave, sería razonable que los escuchara. Pero como se trata de cuestiones de palabras, de nombres y de su propia ley, arréglense entre ustedes. No quiero ser juez de tales cosas."

Así que mandó que los expulsaran del tribunal. Entonces se abalanzaron todos sobre Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon delante del tribunal. Pero Galión no le dio ninguna importancia al asunto.”

Galión, dejando claro su poco interés por la teología hebrea

Sobre porqué se lió un tumulto y una turba se abalanzó sobre el rabino Sóstenes no tenemos ni idea, pero se ha escrito sobre el tema para llenar libros: Desde que eran cristianos cabreados en venganza, griegos antisemitas con ganas de burlarse o un simple invento del cronista para dar dramatismo.  

Pero a Galión solo le interesaba la ley romana y no las cuestiones religiosas judías, en las que no quería influir ni que le influyeran en su aplicación del derecho. Seguía la regla de los gobernadores romanos de no meterse con las creencias de los pueblos sometidos, sino atentaban contra la ley romana. Allá ellos y que se peguen por los atributos de su dios mientras no monten un escándalo.

Puede parecer una anécdota del Nuevo Testamento, pero este episodio es muy importante. Si Galión, como magistrado romano, declaraba contraria a la ley la predicación de Pablo, sentaba un precedente para perseguir a los cristianos en el imperio y, desde luego, truncaba la vida misionera del apóstol. 

 Es lo que pasaría por orden de Nerón, alrededor de 12 años más tarde y en otras circunstancias, con la comunidad cristiana más organizada para resistir y establecida en la misma Roma y otras ciudades gracias a Pablo. 

Galión, con su indiferencia por la teología hebrea esa mañana, salvó al cristianismo.

Y San Pablo siguió caminando

No parece que Dios se lo agradeciera mucho. Según Séneca, Galión tuvo que dejar precipitadamente Acaya a causa de sus fiebres. Su salud empezaba a menguar y es probable que tuviera alguna enfermedad crónica, porque sabemos que viajó a Egipto por causas de salud. No sin antes, en el 56, recibir otro consulado.

En el 58 su hermano le dedicaría “Sobre la vida feliz” una de sus obras más conocidas. No es una casualidad el título, pues Séneca se encontraba en su mejor momento, como tutor del joven emperador Nerón y mano en la sombra que dirigía el imperio. 

 Por desgracia, Nerón se mostró pronto un tipo difícil de dirigir por un filósofo. Tenía intereses más terrenales. En el 59 se quitó de en medio a su madre Agripina, intrigante y ambiciosa, pero también la gran valedora de Séneca. Poco a poco, Séneca dejó de ser bien recibido en palacio y perdió toda su influencia, por lo que en el 62 se retiró a la vida de escritor de libros de autoayuda.

Cuando en el 65 se descubre una conspiración contra Nerón, en la que estaba implicado Lucano, el hijo de Mela, y por tanto sobrino de Galión y Séneca, el emperador decide quitar a su antiguo y aburrido tutor de en medio, aunque no estaba clara su participación en el asunto. Séneca recibe la orden de suicidarse en su lujosa villa. Una acción que comete estoicamente, aunque con toques de dramatismo teatral, siguiendo sus enseñanzas por primera y última vez.

Séneca, en su estoico final. Por Domínguez Sánchez 

Es enterrado por Galión, Pero poco después, el mismo Galión, según Tácito, fue atacado en el Senado por Clemente Salieno, quien lo acusó falsamente y a lo grande de ser «parricida y enemigo público», aunque el Senado apeló unánimemente a Salieno para que no se aprovechara de las desgracias públicas para satisfacer una animosidad privada. 

 Por desgracia, no sobrevivió mucho a este indulto de sus colegas. 

Cuando su hermano, Anneo Mela, se perforó las venas tras ser acusado de participar en la enésima  conspiración contra Nerón, el deprimido y anciano Galión parece haberse también suicidado, quizás siguiendo órdenes imperiales, en el año 66 d. C.

Los tres hermanos Anneo acabaron cortándose las venas.

Sabemos que Galión tuvo una hija, antes de cambiar de nombre, a la que llamó Novatila y fue muy querida por su tío Séneca. Nada sabemos de su mujer o si tuvo más de una. Siempre parece haber vivido a la sombra de su famoso hermano, pero despertando más simpatías. Quizá por eso fue el último en morir en una época en que ser senador era ganar muchos boletos para fallecer de muerte poco natural.

Como anécdota, indicar que su natal Córdoba le ha dedicado una pequeña calle junto a las murallas. 

Calle de Galión, muy cordobesa