lunes, 6 de junio de 2022

Fila, una mujer entre lobos

 


Entre los sucesores de Alejandro Magno, que se repartieron su imperio a dentelladas lobunas, destacan bravucones crueles, nobles orgullosos y astutos oficiales; todos dispuestos a matar por ser el sucesor del Magno, aunque fuese a pequeña escala. Pero, entre tanto lobo, se movió una mujer entre las sombras que alcanzó el respeto de todos por su buen juicio y fue mencionada por varios historiadores, un detalle con el sexo femenino nada usual entre los griegos. Además, fue la primera mujer griega nombrada reina (Basilisa) de forma oficial. 

 Sin embargo, acabó eligiendo una mala pareja con la que bailar en unos tiempos tan movidos.

Se llamaba Fila o File, como se quiera traducir del griego, que es lengua tan ambigua en significados como en pronunciación.

 

No sabemos cuándo nació nuestra Fila, pero fue pocos años después que el rey Alejandro, al que con toda seguridad debió conocer y tratar en su juventud en la corte macedonia, antes de que creciera y se marchara a conquistar el mundo con sus colegas.

 Su padre era Antípatro, general y amigo del rey Filipo, el padre de Alejandro, y de la total confianza del joven rey tan pronto llegó al trono, ya que no dudó en dejar en sus manos el gobierno de Macedonia y Grecia mientras se iba de aventura a oriente en 334 a.C., para no volver más.

Antípatro, el padre

 La de Antípatro no fue una regencia tranquila, porque aparte de controlar a los bulliciosos griegos, tuvo que soportar a la madre de Alejandro, la bella y ambiciosa Olimpia, que intrigó a sus espaldas todo el tiempo, con el envío continuo de cartas a su hijo denunciando el desprecio y maltrato que le daba Antípatro. No sabemos qué había de verdad en ello, pero lo cierto es que Olimpia fue desterrada a Epiro en el 331 a.C.

Mientras, Fila fue casada por su padre con el general Balacro, gobernador de la recién conquistada Capadocia. En principio, un buen partido y parece que un matrimonio feliz. Así que durante unos años no pasaría nada importante en la vida de Fila, mientras Alejandro conquistaba medio mundo conocido y parte del desconocido. Sabemos por varios autores que ejerció de asesora de su padre, el cual le consultaba asuntos políticos, y ganó fama entre los griegos de buen juicio y notable capacidad política.

Su marido Balacro, junto a Antígono “el tuerto”, gobernador de Frigia, extendería el dominio macedonio por Anatolia, pero en algún año entre el 328 y el 323 a.c. moriría en batalla contra los pisidios. Fila se convirtió en una viuda joven.

 Por otra parte, la labor de zapa de Olimpia desde su exilio, con continuas críticas a Antípatro, alimentó dudas en su hijo sobre las intenciones del antiguo amigo de su padre. Ya había mandado matar a otro veterano general, Parmenión, y ahora parecía albergar sospechas del único colega de su padre que quedaba vivo. Así que ordenó a Antípatro venir a Babilonia en 324 a.C. para explicarse de las acusaciones. Pero Antípatro, que era perro viejo, se excusó y envió a su hijo Casandro a defender su causa ante las intrigas de Olimpia. No parece que Casandro tuviera mucho poder de convicción o Alejandro se enfadó por la desobediencia, porque un poco antes de morir en Babilonia, el Magno envió a su fiel Crátero a Macedonia con la misión secreta de destituir a Antípatro.

Pero Alejandro muere… y llega el caos.


Muerte de Alejandro, de Karl von Piloty... mucha lágrima falsa


Sus generales, los diádocos (los sucesores), empiezan a pelear de inmediato por su imperio, como gallos en corral, y surgen alianzas de ocasión y traiciones a mansalva. Todo vale, puñaladas o abrazos, depende del momento, porque lo único que importa es sobrevivir. En medio de este lío, Crátero y Antípatro se alían y nada mejor que una boda para sellar la nueva amistad. 
 Fila se convierte en la mujer de Crátero en 322 a.C. Parece, en principio, un buen plan. Antípatro gobierna Grecia y Macedonia, Crátero tiene un ejército y es muy querido por los macedonios y respetado por el resto de gallitos.

 Primero ayuda a su suegro a someter a los bulliciosos griegos, que se habían alzado en rebelión tan pronto murió el Magno, y luego pasó a Anatolia, a pelear contra sus antiguos colegas en la guerra por el imperio. Pero muere en batalla contra uno de ellos, Eumenes, en 321 a.C. Solo llevaba un año casado con Fila.


El reparto del pastel tras el funeral de Alejandro

Viuda por segunda vez, Fila y su padre Antípatro, se encuentran con el problema de buscar nuevo aliado en tiempos tan turbulentos. Lo encuentran en Antígono “el tuerto”, el gobernador de Frigia en tiempos de su primer marido, pero que ahora es un poderoso señor de la guerra que domina toda Anatolia y parte del Oriente Próximo. Tiene un hijo, Demetrio, con mucho potencial, que según Plutarco:

“reunía a un tiempo lo festivo y lo grave, lo fiero y lo bello, y con lo juvenil y osado se veía mezclada una inimitable apacibilidad y majestad heroica y regia."

Vamos, que Demetrio era todo un gavilán que levantaba pasiones. Para Antígono, la alianza con Antípatro, dueño de Macedonia, le parecía de maravilla y no se opuso a casar a su hijo con Fila.

 Pese a que ella era mayor, quizá en diez años, Demetrio siempre la trataría con sumo respeto, tendría muy en cuenta sus consejos y siempre le manifestaría un gran afecto… a pesar de ser un mujeriego impenitente y tener otros dos matrimonios (lo del poliamor es muy antiguo).


Cabeza en bronce del guapo Demetrio, en el Museo del Prado

En principio, a Fila le vino muy bien el matrimonio con el general más solicitado del momento. Su padre Antípatro murió en 319 a.C., pero su hermano Casandro no heredó el trono, ya que su padre no tenía confianza en sus capacidades. Así que necesitaba un marido poderoso y Demetrio lo era en presencia y espíritu. Pero el destino, siempre puñetero, mostraría que era más imagen que realidad.

Su hermano Casandro demostró en los años siguientes que quizá su padre Antípatro estaba en lo cierto en que no tenía muchas capacidades para ejercer de rey, pero desde luego estaba muy capacitado para conseguir ser rey. De una manera psicopática, se cargaría a todo opositor al trono macedonio, incluida la familia de Alejandro Magno, en la que no dejó una persona viva: su madre Olimpia, su viuda Roxana, su hijo legal Alejandro y su hijo bastardo Heracles fueron enviados al otro mundo. Luego se proclamó rey, por fin, y fundó una nueva capital de Macedonia a la que le puso el modesto nombre de Casandrea.


Casandro... con su habitual mirada de pirado

 Pero Demetrio, para desgracia de Fila, no tuvo tanta crueldad o le faltó la suerte de su cuñado Casandro. Durante años peleó, junto a su padre Antígono, contra otros diádocos por ampliar y conservar su imperio. Fila siempre estuvo a su lado o en la distancia, dando apoyo y consejo, como cuando Demetrio asedió Rodas en 305 a.C., y le mandó “costosos presentes” (léase soporte económico, aparte de regalos), pero su marido se empeñó en construir la torre de asedio más grande de la historia, una maravilla… que acabó atascada en el barro, por lo que tuvo que abandonarla y pirarse. Aunque luego sus restos los utilizarían los rodios para construir el famoso Coloso de Rodas. Así que Demetrio debe ser el diádoco que más aporte hizo a la historia del arte, aunque no como él quisiera.


La torre de Demetrio en Rodas, antes de atascarse el embrague

Fue por esta época del asedio de Rodas que Demetrio y su padre se proclamaron reyes de Asia, sin complejos, lo que provocó que también el resto de diádocos se proclamasen reyes en cadena, que no iban a ser menos. El imperio de Alejandro dejaba de ser uno para dividirse en muchos reinos y mal avenidos durante los próximos dos siglos. Pero Demetrio fue a más y nombró a Fila reina (Basilisa) de forma oficial. La primera entre las griegas con este título. Una muestra del respeto que tenía por ella.

 También por esta época parece que se dedicó un templo a nuestra Fila en el Ática, la región de Atenas, bajo la advocación de “Fila Afrodita”, por parte de uno de los cortesanos más pelotas de Demetrio. Es la primera manifestación de culto a una reina en Grecia y servirá de precedente a posteriores templos dedicados por aduladores de reinas.

Al final, tras casi dos décadas de guerras continuas contra el resto del mundo, todos los diádocos que quedaban vivos (incluido su cuñado Casandro) se aliaron contra Demetrio y su padre Antígono “el tuerto”, que acabó cerrando su único ojo en la batalla de Ipsos (301 a.c.), donde Demetrio perdió el reino, su ejército y a su padre, pero no perdió a Fila.


Batalla de Ipsos... mal día para estar en primera fila

 

Nuestra heroína se iría a Macedonia a buscar la reconciliación entre su hermano Casandro y Demetrio. Todo un riesgo, porque su hermano no dejaba de ser un cruel psicópata que se cargaba a todo el que le hiciera sombra, pero con buenas palabras e inteligencia convenció a su hermano de que usar la flota de Demetrio, lo único que le quedaba, contra los otros diádocos, le venía bien para molestar sus rutas navales y dominar el mar en nombre de Macedonia.

 Demetrio cumplió bien su papel de pirata de los mares, saqueando y hundiendo con alegría todo lo que flotaba por el Mediterráneo oriental, y hasta llegó a conquistar en una operación relámpago la región de Cilicia. Pero en 295 a.C., cuando nuestra Fila se encontraba en la costa de enfrente, en Salamis de Chipre, apareció la flota de Ptolomeo de Egipto, viejo rival de Demetrio, que la hizo prisionera.


Ptolomeo I, con su inseparable diadema 

 Sin embargo, debido a su buena fama, fue tratada de la manera más honorable por el rey Ptolomeo, y enviada, junto con sus niños, a su hermano Casandro en Macedonia.

No mucho después de su llegada, en 294 a.C., muere Casandro, y entre sus hijos surge una guerra por el trono. En esta ocasión, Fila parece que tuvo mucho que ver en la llegada de su marido a Macedonia, en principio como apoyo de uno de sus sobrinos, y luego, tras las conspiraciones típicas de estos asuntos, conseguir para Demetrio el trono y la fidelidad de los macedonios, como cuenta Plutarco:

“Luego que se presentó, no necesitó de largos discursos… le proclamaron rey y, tomándole por caudillo, le condujeron a Macedonia. A los naturales que habían quedado en el país no les era tampoco sensible esta mudanza, porque tenían en memoria y detestaban lo mal que Casandro se había portado con Alejandro después de su muerte, y si aún quedaba algún recuerdo del antiguo Antípatro, lo disfrutaba Demetrio por estar casado con Fila.”

Al momento,  Demetrio ejecutó al sobrino y toda la familia de su cuñado para no dejar rivales. En fin, son cosas de familia.

 Fila no pareció sentir mucho la muerte de sus parientes. Había conseguido el trono de Macedonia para su marido y era reina de verdad, no solo de título. Se sentía segura, porque había casado a su hija Estratónice con el rey Seleuco I, señor de oriente próximo, y su hijo Antígono sería el próximo monarca del reino de Alejandro Magno, más no podía pedir... bueno, sí, que su marido no fuera tan calandracas, porque Demetrio se esforzó en echarlo todo a perder en los siguientes años. 

 Demetrio era un buen capitán, un simpático y notable pirata, pero un pésimo rey. Si no batallaba y conquistaba no se sentía realizado. Invadió a sus vecinos de Epiro y Tracia con guerras continuas, la mayoría fracasadas, y, finalmente, cruzó a Asia en 287 a.C., sin hacer caso a los consejos de Fila, y se puso a batallar a diestro y siniestro. Fueron sus propios hombres los que, hartos ya de tanto pelear sin sentido, hambrientos y enfermos, lo abandonaron a su suerte. El rey conquistador se quedó sin soldados.


Soldados de Demetrio en jornada laboral... se comprende que se hartaran 

En Macedonia surgió entonces una revolución contra su belicoso y abandonado rey. Fila, viendo el peligro, se refugió en Casandrea, la ciudad fundada por su hermano. Hasta allí se dirigió Demetrio. Plutarco nos cuenta el desenlace: 

“Precipitado de esta manera Demetrio de su alto estado, huyó a Casandrea, donde Fila, su mujer, llena de pesadumbre, no tuvo valor para ver a Demetrio, el más miserable de los reyes, otra vez reducido a la clase de particular y fugitivo; así, perdiendo toda esperanza y maldiciendo su fortuna, más firme en los males que en los bienes, tomó un veneno y murió.”

Fila no había podido soportar la nueva bofetada del destino y, alrededor de los 70 años, ya no tenía fuerzas para conseguir un reino nuevo. Una nueva generación de lobos se estaba alzando y carecía de influencia sobre ellos. Así que decidió irse de este mundo sin despedirse del mayor fracaso de su vida: su marido.

Demetrio no volvió a reinar en ningún lado. Al final, se entregó a su yerno, Seleuco I, y fue confinado en Apamea de Siria, donde se dio a la bebida, quizá abrumado de remordimientos o harto de todo, mientras contaba sus batallitas por las tabernas a quien le pagara una copa.

Murió, solo y viejo, en 283 a.C. Cuatro años después que Fila.


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